Resentimiento

Este año cumplo 44. No tengo empleo y tampoco tengo casa; vivo en la de mi suegra, que cobra una pensión de viudedad que, en los tiempos que corren, da para vivir sin agobios pero no para darse muchos lujos. En los últimos dos años (desde que regresé a España después de pasar casi 8 años fuera) he estado cobrando una ayuda al emigrante retornado (menos de 500 euros) y he trabajado en un empleo de 4 meses, otro de 7 semanas y otro de un mes. Estoy preparando unas oposiciones en las que no pongo demasiadas esperanzas porque ya sabemos como va lo de las oposiciones: puestos reservados, prioridad para personas que ya hayan trabajado en el sector, puntos por méritos (que uno no tiene)... demasiados factores, demasiadas cosas dejadas al azar. De ahorros, por supuesto, mejor no hablemos. De una futura pensión de jubilación, mejor tampoco.

El resumen es que mi futuro lo veo muy negro y en estos últimos tiempos mi desesperanza y tristeza se han ido convirtiendo en resentimiento. resentimiento hacia los que han empobrecido este país, han eliminado derechos, han recortado fondos públicos, robado dinero público y creado leyes que castigan a los que menos tienen y benefician a los que más tienen. Por eso a veces soy demasiado seco, o contundente, o incluso agresivo, con algunas noticias que uno ve todos los días.

Hay quien confunde ese resentimiento con un discursos de odio, y eso me solivianta aún más. Yo no culpo ni odio a inmigrantes o a feministas de mis problemas; y tampoco culpo a todos los empresarios de haber abrazado la precariedad laboral de sus empleados en pos de su propio beneficio. Sólo a algunos. No culpo a los que votan a la extrema derecha porque se sienten tan desprotegidos y abandonados que creen que el populismo de Vox o el de Ciudadanos es mejor populismo que el de Podemos porque les ofrecen como culpables de su situación a quienes están peor que ellos y no a quienes sirven de modelo y de ideal de lo que quieren ser (aunque muchos de los que votan a Vox tienen más en común y están más cerca de acabar como los inmigrantes que como Amancio Ortega). Culpo a los que llevan años metiéndonos en la cabeza la cultura del esfuerzo, la competitividad y el individualismo como cosas deseables, mientras creaban un sistema que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Y ahora que a su sistema se le ven perfectamente las costuras, intentan convencernos de que odiar a los inmigrantes, a las feministas y a los pobres que necesitan una ayuda para comer es igual que expresar tu rabia y tu indignación hacia los que te están dejando sin futuro.

Sé que el resentimiento no es un sentimiento del que sentirse orgulloso pero, ¿que nos queda a los que vemos cómo el futuro no nos depara cosas mejores y dependemos de lo que decidan otros para poder subsistir? Resentimiento. Indignación. Rabia.

Creo que tengo que distanciarme un poco de los medios de comunicación porque no me gustaría acabar siendo un viejo cascarrabias. Si es que llego a viejo. Pido disculpas por la perorata. Espero que tengan ustedes un buen día.

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