El pez grande siempre se quiere comer al chico y si este tiene grandes riquezas, la apetencia es mayor
Esta es una palabra que a los imperios no les gusta para nada. Los imperios son prepotentes, altivos, imponentes, consideran que no deben pedir permiso a nadie para llevar a cabo sus apetencias expansionistas y para esquilmar a los pueblos del mundo -como lo han hecho- de sus riquezas. Sobre todo con el tema del “destinomanifiestismo”, se creen predestinados para conducir el rumbo de las naciones a su real saber y entender y siempre para su propio beneficio.Los imperios no se resignan nunca a perder su ascendencia sobre ciertos contextos. Pretenden ser el desiderátum y los grandes decisores en materias que afectan la soberanía de los estados. Para ello apelan a mecanismos abiertos o solapados, de los que la historia en los últimos doscientos años nos brinda múltiples ejemplos.
La relación de Estados Unidos con las repúblicas latinoamericanas ha estado signada por el esquema de Goliat contra David. El pez grande siempre se quiere comer al chico y si este tiene grandes riquezas, la apetencia es mayor. En la política continental el imperio incidió en las decisiones que se tomaron en los organismos multilaterales; hasta que se crearon, por el empeño integracionista del presidente Chávez, la Unasur, la Celac, Petrocaribe.
Está planteada hoy la incorporación de Venezuela para formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU, como miembro no permanente, para el período 2015-2016 con el apoyo de los estados latinoamericanos y del Caribe que han respaldado por unanimidad la postulación. Las agencias de noticias reseñan: “Estados Unidos no impedirá aspiración de Venezuela”, y se agrega que un asesor de aquel Congreso dice que en Washington están “resignados”.
En 2006 el país aspiraba a una designación para el Consejo de Seguridad y Estados Unidos se la jugó, hizo lobby y convenció a quienes estaban más cerca de su radio de acción para lograr el veto. Todo indica que Venezuela obtendrá en octubre la mayoría de dos tercios de los votos en la Asamblea General para ganar el escaño. No obstante, el Washington Post The New York Times han dedicado sendos editoriales -qué raro- condenando la postulación de Venezuela. El Nacional no se queda atrás y se suma a esta condena. Debería resignarse también.
Periodista / Prof. universitaria