Uno de mis primeros recuerdos realmente nítido de mi infancia es el estruendoso sonido del "cuarto de las lavadoras" cuando cada 15 días acudía al hospital para los análisis de sangre. No me gustaba nada aquel lugar y no, no era por el pinchazo (más bien pinchazos, pues nunca salía a la primera), a pesar de que solo tendría 5 o 6 años, lo que realmente me molestaba era aquel ruido que lo envolvía todo.
Casi siempre salía mareada de aquel lugar y muy probablemente la razón fuera las más de dos horas que llevaba levantada en ayunas, pero por algún motivo mi mente asoció todas las malas sensaciones de esos momentos con el ruido de aquellas máquinas. Leer entrada completa