Es insultar a un honrado embutido llamarle chorizo a quien roba o desvalija a otros aprovechando la confianza que les inspira, pero si aceptamos el apelativo imaginemos grandes cajas llenas de esas delicias.
Antes eran cajas de ahorros pertenecientes a las familias comunes y a los ahorradores de cada región creadas para que los beneficios llegaran a toda la sociedad a traves de la Obra Social.
Las administraban probos empleados seleccionados por esos propietarios, pero llegaron los partidos políticos y los sindicatos nacionales y nacionalistas alegando que ellos servían mejor al pueblo como electos y colocaron a sus testaferros y a sus militantes y simpatizantes como administradores para saquearlas a manos llenas.
Le robaron su protagonismo a la sociedad común, a la gente honrada, y tras quitarle los beneficios a los ciudadanos hicieron multimillonarios a partidos y sindicatos. Ahí radica la gran estafa de la política española.
A veces usaban directivos surgidos de entre los empleados, que aprovecharon la llegada de los chorizos para cambalachear entre ellos fabulosos contratos que ellos mismos firmaban.
Cuando todo estaba en la ruina y tenían que irse, se asignaron indemnizaciones de hasta 14 millones de euros y jubilaciones portentosas.
Se mira a la sede central de Cajamadrid en una torre inclinada que parece caerse, y se ve allí una caja de chorizos del Partido Popular, amigos de Aznar, aunque antes tuvo buenos embutidos socialistas.
Ahora el Gobierno, que la ha nacionalizado, debe darle 23.500 millones de euros para que siga funcionando, que quizás serán 50.000 millones.
Mira uno a la sede central de la Caja Castilla-La Mancha (CCM) en Cuenca, y ve dentro del edificio acristalado grandes chorizos del PSOE que lo invadieron hace décadas. Hubo que rescatarla con 7.000 millones de euros.
Se hurga un poco más en esas y otras cajas arruinadas, y entre sus capitostes, aparte de populares, socialistas, sindicalistas y nacionalistas, siempre hay comunistas de Izquierda Unida, ese grupo que pasa por la vida predicando la falsa virginidad de su honradez.
Ellos son los triunfadores: por ideología debían conseguir la nacionalización de cada Caja, al estilo soviético, para lo que ayudaron a hundirlas previamente.
Imaginativa solución del pensamiento marxista-leninista que merece el aplauso de todo progresista.
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SALAS