Revista Espiritualidad
Las situaciones de tu vida se hacen cada vez más difíciles. Hasta hace poco creías que podrías soportarlo pero hoy estás convencido que tus fuerzas se están agotando y que en cualquier momento simplemente renunciarás. Tus pasos se hacen lentos, y mirando al horizonte, cada mañana, te preguntas que hacer para salir de todo esto. Sientes que nada cambiará, y mientras pasan los días tu angustia se hace más visible. Los latidos de tu corazón parecen martillazos en medio de tanta impotencia y confusión. Noches de llanto y de aflicción has pasado en los últimos días esperando a que en la mañana siguiente algo cambie. Sientes que tu cuerpo se estremece lleno de ira y desesperación. Sólo, y aunque el dolor sea tan severo, coloca todos tus sentidos en estas palabras que Dios quiere decirte.
Hay muchas y variadas situaciones de nuestra vida que merecen colgarse enmarcadas en la pared, porque significaron para nosotros un esfuerzo sobrehumano que quizás no quisimos dar, pero que teníamos que hacerlo porque de eso dependía nuestra vida y la de algunas personas.
Algunas veces esperamos que ciertas cosas pasen de la manera que queremos, y algunas otras quisiéramos que las horas pasaran más rápido que los segundos para estar ó quedar en el final de esa situación difícil sin tener que pasar por el proceso, pero eso no puede ser así.
Para algunas personas, lastimosamente; para algunas otras, afortunadamente; vivir el proceso es necesario.
No sé por lo que estés pasando hoy, pero algo de lo que estoy seguro es que indiscutiblemente Dios lo usará para que confíes aun mas en él, para darte fuerza, para probarte, para enseñarte, para que tengas fe, y para que lo busques aún más a cada instante.Sé que puedes decir: “Pero es que ya no aguanto más, ya no soy capaz, no veo que esté actuando”, se que puedes sentir impotencia porque ya quieres que todo termine y vivir el regocijo de una prueba superada, pero déjame decirte que aunque no lo creas eso no depende de Dios, sino de ti.
Comprendo que esas situación muchas veces te dejan sin aliento, y sientes que no puedes respirar, porque todos hemos pasado y pasaremos por ahí; pero lo importante no es estar y caminar, sino como lo hacemos y que sacamos de todo esto. Podemos salir de estas situaciones con las manos totalmente vacías, pero podemos también salir de ellas con las manos llenas y con una bendición de la mano de Dios.
Pero hoy quiero decirte que, aunque a veces todo es tan difícil, aunque a veces gritamos en silencio y llamamos a Dios a gritos, aunque a veces apretamos los puños, arañamos el mantel, lloramos con tanta insistencia, nos duelen las situaciones, hoy estemos melancólicos y todo se torne tan pero tan difícil, tan pero tan nublado, tan pero tan impotente; ¡hay una esperanza!
Y es que le servimos al único Dios que todo lo puede y para el cual nada es imposible, y Dios nunca llega tarde, él nunca nos dará algo que no podamos soportar y solo está esperando a que le creas tan solo un poco para él actuar.
En donde estés ahora, en el lugar donde estés, en el momento en el que leas esto, tan solo ¡RESPIRA! Y comienza a creer, tu bendición viene en camino, atráela, lucha por ella, no te la dejes quitar, ¡RESPIRA! No permitas que esto te derrote, no tires la toalla, no permitas que alguien más se lleve tu bendición, ¡RESPIRA! Aguanta un segundo y ¡RESPIRA!
Tu novi@ termino contigo; enfrentas la muerte de una persona a la cual querías mucho; tu espos@ te abandonó; tu novi@ ó tu esposa te engaño; estás luchando con alguna enfermedad; perdiste tu empleo y no tienes con que alimentar tus hijos ni con qué pagar deudas; te das cuenta que estás embarazada y quizás tu novio te abandonó y no sabes como decírselo a tus padres; la obligación de llevar tu sol@ una casa; tienes un pecado oculto el cual no has podido vencer; te sientes sol@, tienes que hacer algo, pero necesitas dinero para eso y no lo tienes; le fallaste a Dios; te echaron de tu casa; tus padres se separaron ó están a punto de hacerlo; tus padres no te quieren; te sientes muy triste… ¡RESPIRA!
En este momento desahógate en Dios, suelta hasta tu última lágrima y ¡RESPIRA! Aunque te sientas demasiado impotente ¡RESPIRA! Cierra tus ojos por un momento y ¡RESPIRA! Inspira el aliento de Dios, que corra por tu sangre, por tus pulmones, por todo tu ser. No permitas que esto te venza, no te dejes tirar a la lona… ¡RESPIRA! Y siente que las fuerzas llegan, y que Dios ha venido hasta ti para decirte: “¡RESPIRA! Aquí estoy contigo, enjugando una a una tus lágrimas, y no estás solo, yo estoy contigo, no pienses que me he olvidado de ti, te he estado observando y hoy vengo a ti a decirte que tomes mi mano y sigamos adelante, yo estoy contigo, solo ¡RESPIRA!”Autor: Juan Carlos Vidal
Todos hemos pasado y estamos pasando por momentos así, suena como un buen consejo, respirar tomando el aliento y la fuerza de Dios para aclarar nuestros pensamientos y nuestras acciones a seguir.
Podemos probar no? No cuesta mucho.
Suerte a todos!!!