Revista Cultura y Ocio

Respirar por la herida. Víctor del Árbol

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Respirar por la herida. Víctor del Árbol
     "El paisaje no miente pero la mirada los disfraza, de modo que cada vez el mismo lugar es distinto, como si lo que vemos fuera un reflejo de nuestro estado de ánimo.
     Una señal desdibujada junto a la carretera de Toledo indicaba la entrada del pueblo. No era bonito, ni siquiera tenía la iglesia románica que al menos tienen todos los pueblos feos. Pero estaba en el mapa y existía."

     Conocí a Víctor del Árbol con La tristeza del samurái, un título que me encantó y que luego resultaría ganador del Prix du Polar Européen. Y me quedé con su nombre. Era inevitable que su siguiente libro cayera en mis manos, por eso hoy traigo a mi estantería virtual Respirar por la herida.
     Conocemos a Eduardo. Un pintor marcado por la pérdida de su mujer y su hija en un accidente de tráfico. Le han quedado secuelas físicas también, pero son menos importantes que la herida que lleva dentro. En otro tiempo, en otra vida, era un pintor admirado; hoy hace retratos que su marchante le consigue. Y bebe. El último encargo lo lleva a conocer a una mujer, Gloria, con la que comparte soledad, pérdida y desesperación. El encargo que recibe será el más raro que jamás haya escuchado, quiere el retrato del hombre que mató a su hijo.
     Tengo que decir que lo primero que me perturbó del libro fue la portada. Pareciera que el hombre del cuadro se inclina con dolor y suficiencia para ser él quien tiene una mejor perspectiva de nosotros. No puedo evitar la sensación de estar inclinándome para apreciar mejor las sombras que cruzan su cara con gruesos trazos. Entonces miré el título, Respirar por la herida, casi tan gráfico como la portada. Según el diccionario significa "Manifestar una persona un sentimiento, especialmente negativo, que mantenía oculto." Tal vez entre las pinceladas de esa portada, había que leer este título.
     Víctor del Árbol hace un ejercicio tremendo en esta novela en la que hay muertes, pero no investigadores policiales que enseñan su brillante placa; hay miedos, terrores, pero alejados del género; hay sentimientos, pero no es un drama al uso; y hay, sobre todo, personas. Porque es una historia de personas que ven como la vida les trata bien, llevan vidas felices y tranquilas, y de repente todo cambia y pierden aquello que tanto querían. Y la vida se convierte en un tormento y soledad en la que nada parezca merecer la pena, ni nada importe demasiado. Ni siquiera el motivo por el cual nuestra marchante de arte nos sigue buscando trabajos.  Y es en este estado en el que se conocen Eduardo y Gloria, en un momento en el que, como dice el propio autor, "sus soledades chocan para volver a alejarse". Comparten la pérdida de un hijo en un accidente y ahora ella quiere un retrato del conductor. Y Eduardo accede sin saber que con ello abrirá un camino para todos sus fantasmas abriendo una puerta que será imposible cerrar.
     Fiel a su estilo directo nos enseña a todos sus personajes colocándonos en situación, vemos las cicatrices el cuerpo y las del alma, las marcas que la vida les ha ido dejando. A todos, al joven chino, a la casera, al compañero de celda, al conductor... porque todos ellos son los que nos enseñan que la vida es muy dura para algunas personas y que el mal puede teñirlo todo. Y observamos la venganza, la lealtad, el resentimiento, la dejadez... en un mundo teñido de colores oscuros que nos atrapa en sus redes generando la necesidad de saber hasta donde llegan en sus caminos de sexo pagado, venganzas y secretos. Caminos en los que aparecerán también la lealtad y la compañía que se hacen los que se comprenden, aunque sea un momento, y caminos que se tejen de una forma tremenda para llevarnos poco a poco al tema central: la vida. Porque estamos ante un libro de la vida, una vida que no es hermosa pero que es la que hay que vivir, en la que se sigue adelante por costumbre, por dejadez, agarrados a un recuerdo, al dolor, a una botella, lo mismo da. La opción es peor, así que seguimos viviendo. Y tal vez eso convierta a nuestros personajes en eso que llaman "supervivientes".
     Me ha gustado mucho este libro, el estilo desprovisto de florituras innecesarias, las rases certeras sin ser escuetas, y los temas que trata que se desmarcan de los comunes, han hecho que su autor sea uno de los que siga de cerca. Si aún no lo habéis descubierto, os recomiendo cualquiera de los dos títulos aquí nombrados.
    Hoy mi pregunta es un poco diferente, no preguntaré por gustos o pareceres, sino por lo que llamó mi atención desde el primer momento. ¿Qué os parece la portada de este libro?
     Gracias

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