Revista Opinión
El galleguismo es un arcano imposible de penetrar. No es ya que no se sabe nunca si el tipo, que está en la escalera, baja o sube, es que ni siquiera sabemos ya si aquello es un tipo y aquello, una escalera. Y tú, mi querido bem, Dios te bendiga, eres un gallego integral, de modo que yo no sé casi nunca, bueno, nunca, no ya si subes o bajas, que eso es lo de menos, sino siquiera si eres tú, bem, quien de vez en cuando aparece por aquí o es otro que viene a tomarme el pelo. En fin. Y todo esto a propósito de tu comentario a mi post “Una guardiolada”, ya que no sé si estás de acuerdo con él o esas poéticas consideraciones que haces no son sino un modo muy bondadoso de decirme que no tengo razón. Pero lo que más me ha perturbado es el final, cuando dices eso de: “Sí, pero. sólo estoy hablando de fútbol. ¿O también de política?”. De la palabra política, yo conozco varias acepciones: la que la identifica con el arte de lo posible, muy alambicada e intelectualoide; la que dice que es la actividad que realizan los puñeteros políticos, lo que la identificaría quizá con una de las mas deleznables actividades del hombre; y la que seguimos Aristóteles y yo, que la consideramos como la ciencia que trata del gobierno de la polis, o sea, del Estado. Te decía yo, ayer, en mi post, que, implícitamente, el sabio estagirita consideraba a la política en las 2 proposiciones que yo trasladaba, el hombre es un animal político, de tal forma que el hombre que no es político o es un dios o una bestia, como una actividad total del hombre, que todo lo abarca, o sea que, según él, y también yo, todo lo que hace ese puñetero animal político que es el hombre no es más que pura y dura política, lo que ocurre es que esta verdad inapelable, no le gusta a casi nadie porque todos piensan como aquel ínclito canalla que les decía a sus ministros como única recomendación: “y por favor, Fulanito, haga usted como yo, no se meta nunca en política”, que, para él, era esta asquerosa manía que tienen los más nobles entre los hombres de preocuparse de los problemas de los demás, no como él que sólo se preocupó siempre de los suyos, lo que era la más detestable de las formas de hacer política, por eso acabó entrando bajo palio en todas las iglesias a las que asistía, porque la Iglesia, que no ha hecho otra cosa en toda su puñetera vida, aborrece, detesta, excomulga, sataniza la política, aquella antológica fotografía del Papa Juan Pablo, regañándole duramente a Cardenal, aquel sacerdote que se hizo sandinista, tratando de llevar algo de justicia a sus paisanos de Nicaragua. De modo que política, para Aristóteles, y para mí, lo es todo, desde acostarte a dormir, comer o ir al wáter porque, según como lo hagas y donde lo hagas, estarás ayudando a los demás a ser mejores o sea más iguales y por lo tanto un poco más libres. Esto es lo que ha hecho, por ejemplo, durante toda su vida, Fidel Castro: nada de lo que hizo este cuasi paisano tuyo ha sido gratuito, todo ha tenido siempre la misma finalidad, hacer a todos los cubanos màs iguales, la única manera de que fueran un poco más libres, pero de verdad, no como tú y yo, que no podíamos ser nunca libres para nada importante porque nunca fuimos iguales a todos esos tipos que han declarado ahora la parte de sus riquezas que no era ocultable. De modo que, ahora, Fidel se sienta en las mismas sillas que sus iguales cubanos y nadie ha podido demostrar, y mira que lo habrán intentado, que tiene un sólo céntimo más que el más pobre de ellos, por eso le han abandonado todos esos familiares que piensan que un dirigente “político” tiene como primera obligación la de enriquecerse él y los suyos ¿si no para qué coño luchó tanto durante tantos años? Pero creo que me he perdido. Lo que yo quería decir es que Florentino hace política cuando azuza a Mourinho para que no sólo combata futbolísticamente a los catalanes separatistas en los terrenos de juego, sino también cuando le dice que él, Mou, debe de mostrarse el más feroz de todos los anticatalanistas que en el mundo han sido, porque eso contribuye decisivamente a dos cosas: 1) reafirmar la postura ultraliberal capitalista neocons que ejemplifica el Real Madrid, por lo que nadie, mínimamente coherente de los que se consideran a sí mismos como españoles ejemplares irá ya nunca contra los capitalistas rastreros que nos han llevado en volandas adonde estamos, todo lo contrario, los glorificarán, por eso en las últimas elecciones locales las gaviotas se han adueñado de todo el territorio nacional y Rajoy, qué coño, otro gallego, ha podido decir por la boca de Cospedal, “lo siento, señores de la izquierda, la guerra ha terminado y ahora ustedes no pueden ni deben hacer otra cosa que la que siempre hacen los ejércitos derrotados, desarmarse íntegramente y declararse para siempre cautivos”; 2) negar siquiera la posibilidad de que alguien, sea catalán, gallego o vasco, piense siquiera que hay vida fuera del terreno que marca Florentino, todo para mí y para los míos, porque somos, siempre hemos sido, los elegidos por Dios para gobernar al mundo, por eso el padre de los March, mis jefes, le envió a Franco el avión para que viniera de Canarias y nos invadiera y por eso mismo también, ahora, esos mismos March, me han venido a buscar a mí, para que yo invada otra vez este desdichado país con esas divisiones, con esos acorazados que se llaman, Mou, Pepe y Ronaldo, porque ahora estamos ya tan civilizados que las batallas no se libran en los frentes de antaño sino en esos cuidadísimos rectángulos que constituyen los campos de fútbol, por eso, yo, para terminar, te digo a ti, querido bem, que lo que hace el Real Madrid, lo que hace Florentino, entreteniendo a todo el país con esas bravatas enloquecidas de Mourinho, que enardece al país de tal forma que escribe en una pancarta “tu dedo nos señala el camino”, un dedo agresor en un ojo catalán o por lo menos catalanista, no es ni más ni menos que política, pura y dura, pero, claro, de la mala, de la peor.