Revista Opinión

Respondiendo a un comentarista que me remite a kaos en la red y a lahaine

Publicado el 09 diciembre 2010 por Romanas
Respondiendo a un comentarista que me remite a kaos en la red y a lahaine

Pues resulta que un comentarista anónimo se ha referido a mi post de esta mañana, “Diálogos más o menos apócrifos”, soltándome un remedo de la famosa frase de Clinton a Bush padre, “no son los controladores, estúpido, somos todos” y, como apoyo a la frase, me ha remitido a 2 artículos, uno de kaos en la red y otro de lahaine, que he leído todo lo atentamente que puedo yo ya leer.A mí, me parece de perlas todo lo que en dichos artículos se expone, de veras. Es más, estoy de acuerdo con el fondo de su argumentación, pero, coño, es que la política es algo más que meras exposiciones teóricas y ortodoxas de lo que rezan los textos sagrados.Por supuesto que todo trabajador tiene todo el derecho del mundo a lo que las grandes declaraciones de los derechos del hombre, del ciudadano y del trabajador, vienen recogiendo invariablemente, recurrir a las huelgas más o menos salvajes, e incluso saltándose los requisitos que la literatura y la legislación “ad hoc” establecen para el caso, pero a lo que no tiene derecho ningún trabajador, ningún colectivo de trabajadores, es a haber accedido a una situación de absoluto privilegio mediante pactos especialísimos con un determinado partido político que les ha hecho prácticamente dueños del espacio aéreo de un país, como también ha hecho a los jueces, como colectivo, dueños y propietarios de la justicia, a los médicos de la sanidad y a los intelectuales orgánicos de la más retrógrada de las derechas, dueños igualmente de la cultura. Porque lo que está haciendo descaradamente esta derecha sin vergüenza que padecemos, Aznar dice que sin complejos, es privatizarlo todo, hasta el aire que respiramos y en el que, si podemos, volamos. De modo que dicho aire es ya de los controladores y de sus hermanos gemelos, los pilotos.A mí no me va a convencer nadie, por mucho que venga con todos los textos científicos de derecho laboral del mundo, con todas las declaraciones de derechos proclamadas por la Humanidad, con todas las sentencias de todos los tribunales del mundo competentes en la materia, de que unos privilegiados señores que no son trabajadores por cuenta ajena, como tampoco lo son los notarios, los registradores o los farmacéuticos, por poner sólo 3 ejemplos de señores que cobran cantidades supermultimillonarias  por la prestación de sus servicios y con una legislación laboral específica, que se ha preocupado, sobre todo, de evitar la libre competencia profesional, y de establecer el principio de absoluta intangibilidad de su situación laboral, porque al igual que en derecho civil se da esa cuasi equivalencia entre la posesión y la propiedad, aquí también, en derecho laboral, social o del trabajo, puede darse igualmente una cuasi equivalencia entre asalariado y profesional libre que me resisto a que me cuelen de mala manera.Porque la situación específica de estos super remunerados individuos que ganan más que notarios, jueces, registradores y abogados del Estado, en cuanto a su trabajo, se parece tanto a la de un oficial administrativo, un tornero,  un mecánico o un peón de albañil como un huevo a una castaña, si se me permite el ejemplo.
Que estos señores perciban sus elevadísimos emolumentos de una determinada empresa, Aena, o directamente del Estado, sólo los califica como trabajadores por cuenta ajena en tanto en cuanto admitamos la ficción legal de que lo que perciben es un sueldo corriente y moliente y no una retribución que necesariamente hemos de considerar de otro tipo por cuanto para su establecimiento no se tiene en cuenta ni la capacidad productiva de la empresa ni la posible plusvalía que su trabajo produzca en la hipotética empresa que los coloca porque, ésa es otra, estos “trabajadores por cuenta ajena” han establecido un sistema de ingreso en la profesión que no sólo impone el más riguroso de los “numerus clausus” que yo conozco sino que prácticamente deja en manos de los que están dentro que nadie pueda entrar desde fuera, si ellos no lo permiten, lo que los constituye, además, como la casta más endogámica que yo he visto en mi vida.Entonces, mi pregunta es: Una profesión de estas características ¿en qué se diferencia de la de un notario o un registrador o un farmacéutico, en que sólo puede prestar sus servicios personalmente, en que no puede delegarlos en otro? ¿Esta característica, por sí sola, convierte a todo el que la ejerce como profesión en asalariado y lo somete a un régimen laboral como cualquier otro, sujeto a determinadas Reglamentaciones nacionales de Trabajo?Recordemos lo que obligó a la doctrina científica a diferenciar claramente a los altos directivos y ejecutivos de las grandes empresas del resto del personal de las mismas: no ya sólo la especialísimas circunstancias personales en las que prestan sus servicios sino, sobre todo,  el enorme importe de su retribución económica.A mí, hay algo que me chirría insoportablemente, que me impide considerar asalariado a un señor que cobra entre 100 o 200 millones anuales de las antiguas pesetas. Uno de estos señores, con los emolumentos de un sólo año, si lo sabe invertir bien y tiene suerte en la inversión, puede despedirse de su trabajo y dedicarse a vivir de las rentas.¿Cómo podemos atribuirle a un señor que goza de estas circunstancias profesionales la cualidad de asalariado, no es una inadmisible aberracíón?Esta es mi postura, queridos lectores, y no voy a cambiarla por  lo que digan al respecto en kaos en la red o en lahaine.org.Esto en cuanto al fondo del asunto, pero es que, luego, además, están las especialísimas circunstancias que concurren en el caso.He leído en todos estos comentarios que se están haciendo estos días, el origen de la situación de privilegio de estos señores, que cuentan que tuvo su primer origen en Arias Salgado, ministro de Aznar, se consolidó con Alvárez Cascos, ministro de Aznar, y se ha ido perfilando progresivamente con los sucesivos ministros del ramo de Aznar, hasta llegar a esta situación de caciquismo que los convierte en realidad en una especie de señores feudales de la navegación aérea.Esto es lo que más me sorprende de la defensa que les hacen determinados señores, organizaciones o colectivos que se autoproclaman de izquierda.Con un dogmatismo, con una ortodoxia que para sí quisieran los peores católicos, defienden a capa y espada sus arcaicos dogmas: todo el que no cobre sus emolumentos directamente de las manos o bolsillos del prestatario de sus servicios, es un puñetero asalariado, sobre todo si, bien aconsejado por sus asesores legales y políticos que, más bien, son sus cómplices, ha logrado que sus percepciones lleguen a ellos a través de nóminas. Y siempre y cuando, también, preste sus servicios bajo vigilancia y dependencia ajenas.Lo siento pero, para mí, no es así, lo diga Agamenón o su porquero, una vez que se superan los límites de un rendimiento racional de su trabajo, y de una normal retribución,  el que lo presta deja de ser un asalariado y, como mucho, se convierte en un alto ejecutivo o directivo empresarial que de alguna u otra forma pasa a ser parte de la empresa en la que trabaja.Y no digamos, si este sr., además, se ha reservado el derecho de otorgar su “placet” para que nadie ingrese en su profesión. Entonces, un señor así yo, realmente, no sé lo que es, y tanto menos lo sé aún si este señor se reserva, además, expresamente, la facultad de derribar y proclamar gobiernos, como ellos mismos dicen. Todo esto es lo que he intentado hacer llegar a mis posibles lectores con esos diálogos incluidos en el post que esta mañana he colgado en este blog, bajo el título de “diálogos más o menos apócrifos”, con los que he tratado de llevarles también mi convicción personal de que los controladores han actuado bajo el impulso, la dirección y el asesoramiento legal del PP.

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