Publicado en ValenciaOberta.es
Los responsables máximos, quizá no los únicos, pero sí los últimos aquello que pasa en nuestras vidas somos nosotros. El papel que juega el azar aunque puntual, puede ser importante, no hay duda. Puede que no haya forma de escapar al hecho de que un loco se salte un STOP y se nos lleve por delante o, como ha pasado tristemente ahora en Estambul, tres infames descerebrados se lleven cuantas vidas puedan en un atentado suicida. Lo que sí es posible es conocer y asumir que hay gente que se salta señales de tráfico y que hay quien se vuela los intestinos o se pone a pegar tiros, y sabiendo esto se puede actuar en consecuencia. Otra cosa que hay que tener clara es que no hay fórmulas mágicas para la vida.
En este contexto encaja, pero al revés, el grueso de los discursos post electorales y los titulares que glosan los digitales. Podemos discutir sobre la moralidad y la ética de apelar al voto del miedo o de saltarse un STOP. Pero el máximo responsable de lo que le pasa al Partido Popular es el propio Partido Popular. Nos guste o no.
Que el PSOE consiga por segunda vez consecutiva los peores resultados de la historia, es responsabilidad del PSOE, de sus dirigentes y su militancia. Pueden venderlo como quieran y de ellos dependerá en gran medida de cambiar las tornas. Pero la responsabilidad es suya.
Lo mismo ocurre con los que ni unidos pueden. Si les engañaron las encuestas o se fiaron de quien no debieron es problema suyo. Y dentro de su organización están los responsables del fracaso y del millón de votos perdidos. Lo mismo me temo que hay que decir de los de Rivera o de Cameron con el Brexit, por ejemplo.
En la nueva política, como en la vieja, no ha calado esta realidad. Los políticos infantilizados echan la culpa al profe por no haber aprobado el examen de las urnas. Y claro si es culpa del profe, no es culpa mía. Será la casta, la gente que no es gente o el sistema electoral, que es el mismo para todos, como el libro de ciencias. Podríamos medir la calidad de un sistema por la asunción de responsabilidades, qué menos que poner el cargo a disposición de la militancia. Asunción, Antoni Asunción, q.e.p.d. ironías del destino asumió. Yo no recuerdo a más. Mal vamos entonces.
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