Cuando le preguntamos a un niño que es “Responsabilidad”, generalmente, contesta: “Es aquella que tiene un individuo de llevar una tarea a feliz término…”, demostrando con ello su altísima capacidad de aprender, “como esponjas”, asimilan todo lo que les enseñamos y casi solo con ver u oír, algo por primera vez.
Académicamente, eso exactamente, es lo que le enseñamos a nuestros hijos sobre la palabra “Responsabilidad”.
Generalmente, este mismo concepto lo trasladamos a la educación del hogar, con frases más o menos así: “Es tu responsabilidad, ordenar tu cuarto” o “Es tu responsabilidad, sacar a pasear al perro” …
En nuestra vida como adultos, asumimos como parte de nuestra “responsabilidad” el roll de padres, hijos, esposos, empleados, jefes y con salvadas excepciones, de la misma manera que cuando éramos niños, es decir llevar a feliz termino nuestra tarea o papel.
A veces, tristemente, como una larga y penosa lista de cargas por cumplir, hasta hacer un checklist, en otras ocasiones, sin tan siquiera pensar en ¿Cuál es el propósito de cumplir esta tarea o esta misión?
Lo cierto es, que en muchas ocasiones e incluso desde temprana edad, postergamos y hasta evadimos muchas de nuestras “responsabilidades”, incluso llegamos al punto, y se ve mucho en nuestros gobernantes y empleados, de decir: “… esa no es mi responsabilidad, lo es de fulanito…”, quedando así, la tarea inconclusa o mal hecha, ya que a quien le toco asumirla, generalmente, terminó haciéndola obligado, por cumplir o porque no le quedo salida.
En general, la mayoría de los niños pequeños, creen que los problemas son ajenos a ellos y crecen con la idea que, si no les toca a ellos o a su familia, sufrir por determinada situación, efectivamente, no es su problema, es decir, no es su “responsabilidad”, ni la de sus afectos más cercanos.
Así, crecemos con la costumbre de culpar al otro, de lo que nos sucede, porque nunca es nuestra “responsabilidad”, sino más bien del otro.
Lo cierto es, que tristemente, en la gran mayoría de los casos, a veces en sociedades enteras, hemos definido la palabra “responsabilidad” de forma muy superficial.
Superficialidad ésta, que ha venido en nuestro detrimento como individuos y como sociedad.
Responsabilidad, a mi entender, implica mucho mas que llevar a cabo una tarea a feliz término, es entender que cada una de nuestras acciones, palabras y pensamientos son generadoras de nuestra realidad, es entender que tenemos el poder de hacer las causas (correctas o incorrectas) para efectos o consecuencias según sean nuestras acciones, tenemos el poder de crear realidades.
Es en pocas palabras, vivir conscientes de una de las leyes universales mas abarcadoras, porque todo lo arropa, que es la “Ley de la Causa y el Efecto”.
Cuando uno comprende y asume el verdadero significado de esta ley, su vida cambia para siempre.
Si tan solo por un día haces el ejercicio de pasar por este tamiz todo lo que piensas, dices o haces, caerás en cuenta, en muy pocas horas, de todas las acciones pasivas o activas, que haces sin medir tu verdadera responsabilidad y sobre las consecuencias que estas traerán a tu vida o incluso para la vida de otros.
En la naturaleza, vemos a diario, las consecuencias de nuestro accionar irresponsable e irrespetuoso para con ella, solo pensamos en la satisfacción de las necesidades humanas a corto plazo, sin tan siquiera evaluar: ¿Qué le dejaremos a las generaciones futuras?
En nuestra vida cotidiana, solemos ser individualistas y ahora vemos sociedades enteras polarizadas, con un número creciente de población en riesgo de exclusión social.
Cuando nuestra actitud hostil, arrogante, iracunda, cambia, también, el sujeto objeto de todo este comportamiento, lo hará, pues, al menos, no tendrá que vivir a la defensiva ante semejante “ogro”, pero el primer beneficio, indudablemente, será la propia persona que decidió tomar la “responsabilidad” de todas y cada una de las acciones generadoras de su propia realidad.
Si en lugar de hostilidad, su actitud es ser amable, humilde, pacifico y en lugar de contraer el ceño, se muestra mas sonriente, su estado de animo cambiará y podrá comunicar una actitud mas positiva a su entorno.
Si seguimos profundizando en esta Ley y en consecuencia asumimos ser los “responsables” de nuestros actos, entenderemos que cada decisión que tomamos traerá ahora mismo o a futuro consecuencias que podremos definir como: satisfactorias o no, en la misma medida en que nuestras acciones fueron cónsonas con el respeto, la responsabilidad o el amor, para con nosotros mismos, como para con los demás.
Si vamos por la vida haciendo daño al otro, insultándolo o descalificándolo, no nos extrañemos que mas adelante, sea exactamente eso, lo que recibamos.
En mi opinión, la “responsabilidad” es un acto de bondad a cada instante, es convertirnos en seres humanos sensibles y respetuosos para con nosotros mismos y para con los demás, es ir más allá y respetar a cada ser vivo, considerando incluso, a nuestra casa en común, nuestro planeta tierra, como un ser vivo.
“Responsabilidad”, no es un término que solo debemos ocupar para fijarnos metas y cumplirlas.
“La responsabilidad” se inicia con nuestra propia vida, nuestra salud, lo que comemos, lo que pensamos, lo que miramos, escuchamos, decimos, hacemos o dejamos de hacer, como tratando de ignorarlo.
Ese, es el concepto, en mi opinión que debemos transmitir a nuestros hijos y que debemos practicar día a día.
A nuestros niños, debemos enseñarles a responsabilizarse por sus emociones y sentimientos, enseñarlos a gestionarlos, pero para ello, somos nosotros los adultos, quienes primero debemos aprenderlo y así poder ser coherentes entre lo que enseñamos y lo que hacemos, desde el corazón.
Fanny Ramírez V.