Se entiende totalmente. La familia muy dolida por la pérdida de Rome. Y ese dolor da lugar a una reacción muy, pero muy, exagerada: "Asesinos de blanco". "Terrorismo médico".
Los médicos no se equivocaron. Los doctores no fueron negligentes. "Los médicos asesinaron a Rome".
No hay datos muy precisos en el reporte de la página web. Rome ingresa al servicio de Emergencia por un dolor abdominal. Ya enterados del desenlace, suponemos que se trataba de un cuadro de "abdomen agudo", es decir, una alteración (infección, rotura, obstrucción, inflamación) de algún órgano abdominal, que es una amenaza para la vida y requiere tratamiento agresivo inmediato. Por ejemplo: una apendicitis aguda, un embarazo ectópico roto, una obstrucción intestinal, etc.
Cualquiera que haya sido la causa de este abdomen agudo, al poco tiempo de la hospitalización de Rome, ésta se complicó muy severamente. Tal vez tan comprometido y grave quedó el estado general de Rome, que ni cirujano ni anestesiólogo se atrevían a programar una operación.
La enviaron a la unidad de cuidados intensivos. Era necesaria la colocación de un catéter venoso central, en este caso en la vena subclavia, para valorar el volumen sanguíneo y administrar drogas que eviten que disminuya drásticamente la presión arterial.
El equipo médico en la UCI está tenso, preocupado. El estado de Rome es sumamente crítico. Pronóstico reservado. Ese apremio influye en el rendimiento de los médicos intensivistas.
El catéter se coloca sin la asepsia/antisepsia debida de la zona a punzar: se infecta, con el terrible estafilococo, la piel. Infección y sepsis intrahospitalaria.
El catéter se coloca de manera apresurada y con el operador muy nervioso: se desgarra alguna arteria importante del tórax y la hemorragia inunda y colapsa los pulmones. Shock hemorrágico, insuficiencia respiratoria aguda.
¡Muerte!
Los médicos se dan cuenta de los desaciertos que condujeron a Rome a la muerte. Para salir bien librados inventan el cuento de la influenza AH1N1. Así no habrá necropsia. No descubrirán la verdad. Hay que lacrar el féretro. Por miedo al contagio, los familiares enterrarán el cadáver a la brevedad posible.
El resto de la historia ya lo conocemos. El remedio resultó peor que la enfermedad.
Suponemos que hubo negligencia. Demora en el diagnóstico correcto. Decidir no operar de urgencia. Mala técnica de colocación del catéter venoso central subclavio. Terribles y groseros errores, no?
Su atención por favor, estimado visitante: no siempre errores "terribles" o "groseros" de nosotros, los médicos, llevan a un paciente al estado crítico. Pueden ser "simples" o "leves" equivocaciones.
Como una deficiente limpieza de la zona a punzar o a incidir. Como olvidarse del lavado de manos antes de "tocar" al paciente crítico. Esto ocasiona una infección que, tal vez, traiga horribles consecuencias para el paciente. Una infección. Una septicemia .
Una Infección Asociada a la Asistencia Médica (IAAM).
Página web "Infecciones asociadas a la asistencia médica"
No hace falta una sobredosis de anestesia o una intubación defectuosa o abandonar el quirófano -¡groseras fallas!- para que peligre la vida del paciente.
Sólo es necesario olvidar de lavarnos bien las manos, o no limpiar bien la región de piel donde introducimos la aguja, o no usar mascarilla y gorro dentro de sala de operaciones.
Al paciente le provocamos una infección que tiene que ver con nuestra atención, como médicos. Una infección que puede ser fatal.
Este tema, muy importante por cierto, lo seguiremos tratando en próximas publicaciones.