Revista España

Restaurante La Goya. Matriarcado en Biarritz

Por Vallisoletvm @vallisoletvm
Restaurante La Goya. Matriarcado en Biarritz


Su historia comienza en 1902, cuando Gregoria Rodriguez (Goya) compra la finca de labranza Biarritz, "que va de puente a puente". "Esto era un merendero. El comedor -indica su hija Matilde, era una caballeriza; el bar, en el mismo sitio que el actual, lo regentaba Goya y por las mañana ponía vinos para los que iban y venían de la Fábrica Nacional de Armas, de las fincas de Palero, de Calero... y por las tardes; aquí había unos bancos de piedra -indica señalando hacia la pared del comedor- y se jugaba a la rana, se ponía tortillas, ensaladas...". Aún conservan en el patio dos juegos de ranas. Goya no estaba sola. Con ella trabajaban su hermano Nicolás y su cuñada Matilde Molina, padres de las hermanas que siguen al frente del negocio. 

Restaurante La Goya. Matriarcado en Biarritz

En esta fotografía de principios de los 70 podemos ver a la izquierda de la imagen parte del restaurante.

La guerra del 36 también interrumpió la vida del merendero. "Los italianso lo confiscaron -la caballeriza- y lo utilizaron para recauchutar ruedas, aunque el bar siguió funcionando" indica Matilde.La familia lo recuperó tras el conflicto, sin embargo nada volvería a ser lo mismo. Poco después falleció Gregoria y Nicolás y Matilde continuaron con el merendero.Las caballerizas, que años antes ya se habían transformado en comedor, vivieron una tercera vida. Allí se comenzaron a servir bodas y comidas de postín. 

Restaurante La Goya. Matriarcado en Biarritz

De izq. a der. Aurora Rodriguez Molina, Roberto Álvarez, Matilde Barrientos y María Luisa y Pilar Rodriguez Molina (Photogenic/ M.A.SANTOS)

El paso del tiempo se ha dejado sentir en la finca. El patio, donde estaban los bancos de piedra bajo un emparrado, se transformó a mediados de los 70 en un comedor de verano cuyo espacio central está marcado por el brocal de un pozo rodeado de la más variada vegetación. En el interior, además del comedor principal, con chimenea en invierno y siempre vistas al río, hay otro más pequeño, de 22 plazas.Lo que no ha variado es la cocina. Las recetas. "Son las de mi madre", señala Pilar mientras alimentala cocina de carbón. "Antes había dos bilbaínas pero se quedaron pequeñas y ésta la hizo hace más de 60 años el mejor fumista de Valladolid, Balbino de Diego.Es una eterna cocina de mercado. Solo hay un problema: cierra el mes de agosto, la noche del domingo y todo el lunes. El resto de los días abre a la hora del café de media mañana.Fuente: La Posada del El Mundo (Mar Torres)

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