¡Buenos días!
Ya menos constipado, me reincorporo al trabajo. , y eso si, con muchas ganas. Hoy cogemos vuelo directo del Aeropuerto JFK de Nueva York a París para llegar a hora de la cena a la ciudad del Amor y disfrutar de una maravillosa cena en el Restaurante Opera Garnier.
Desde pequeño el mundo de la arquitectura me ha fascinado muchísimo, pero yo soy de letras puras y duras y obviamente no podría estudiar esa carrera. A parte, creo que sería el típico que diseña las puertas de manera que no se pueden abrir, habitaciones sin salida…
Este restaurante fue un proyecto que lo dejaron a manos del arquitecto Odile Dicq. Según el, era uno de los mayores retos de su vida porqué tenía que conservar la belleza de la Opera Garnier y para colmo, no tenía que tocar ningún muro, pilar o pared del establecimiento dando mesa para 90 elegantes clientes.
Él solo quería utilizar dos colores: el blanco y el rojo, que son los dos colores por los que se caracterizan la mayoría de sus obras. El resultado impresionante, pero bueno dicen que más vale una imagen que mil 1000 palabras, así que os dejo con las imágenes.
¿Te vienes conmigo en el vuelo?
Feliz día
Vicent
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