Si el asunto del comer tan sólo tuviera que ver con la nutrición, hace tiempo que lo hubiéramos resuelto a base de unos comprimidos con tantos gramos de proteínas, tantos de glúcidos, tantos otros de lípidos y unos cuantos miligramos de vitaminas y minerales. Por fortuna, los humanos hemos aprendido que hay formas mucho más agradables de ingerir los nutrientes que nuestro organismo precisa. De ahí que para el común de los mortales no sea lo mismo comer (cualquier cosa, en cualquier lugar y de cualquiera manera), que disfrutar (deleitándose, sin prisa, de un apetitoso plato, en un paradisíaco escenario y en amena compañía) con la comida.
Eso es lo que debieron pensar Alejandra Iglesias y Javier Álvarez cuando, a finales del pasado siglo, tomaron la decisión de restaurar una casona del siglo XVI y convertirla en el escenario ideal para el disfrute gastronómico.
Palacio de Cutre
La Goleta, s/n (ver mapa)
Villamayor (Piloña)
Teléfonos: 985 708 072
En un lugar de singular belleza, asomado al valle del Piloña y con la Sierra del Sueve a las espaldas, se levanta este palacio que, tras las oportunas labores de restauración a que se vio sometido, revive pasados esplendores convertido en lujoso escenario donde se deleitan y aquietan los sentidos. Lo que un día fuera una de las residencias palaciegas de la Casa de Cutre, con propiedades en Caravia, Colunga, Parres, Piloña y Ribadesella, se ha convertido en cautivador hotel (del cual, sin duda tendremos que ocuparnos en un próximo artículo) y exquisito restaurante.
Bien está para empezar... Bien están los sillares enmarcando puertas y ventanas; bien los arcos carpaneles y las vigas de tallada madera en las techumbres. Bien los amplios espacios, la capilla, el roble centenario y el paisaje que envuelve el conjunto de verdes y calizas. Bien está todo eso, pero no basta cuando de darle gusto al gusto hablamos. Para asunto tan capital se necesita contar con alguien que domine los secretos de los fogones. Y esa parcela está dirigida casi desde los inicios por Tomás Montoro, un cocinero salmantino que forjó sus saberes culinarios en tierras cántabras y que, tras varios años en El Segoviano de Castro Urdiales, tuvo a su cargo los pucheros de El Capricho, esa joya de Gaudí ubicada en Comillas.
De amplia y sólida formación, Tomás mima el producto, de ahí que varíe la carta dos o tres veces al año. De ahí, también, que desde ya hace unos años dediquen la segunda quincena de noviembre a la celebración de unas jornadas que tienen a la caza y las setas como sus principales protagonistas. No obstante, hay algunos platos que se mantienen a pesar de las rotaciones: cosas del éxito y de la demanda de los clientes. Tal sucede, por ejemplo, con el Pitu de caleya guisado al vino tinto con verduritas o el Cabrito guisado con patatinos y pimientos rojos asados (En el siguiente enlace puedes ver la RECETA). No son éstos, los únicos platos con sabor asturiano que encontramos en la carta. Ahí están, sin ir más lejos, los Tortos de maíz con adobo casero y huevo frito o el Entrecot de buey con salsa cabrales y puré de manzana.
La oferta se completa con un Menú degustación y un Menú fin de semana, integrado por una entrada, un plato principal (de carne o pescado) y un postre casero (¿qué tal Arroz con leche de los de antes?).
Bien, recapitulemos. Casona del siglo XVI ubicada en plena naturaleza, lejos del ajetreo urbano; comedor con vistas al verde y las montañas; cocina de temporada, que trata bien al producto, con buenos quesos de la tierra y algunos de los platos más sugerentes de la gastronomía asturiana... Queda dicho más arriba: no es lo mismo comer (cualquier cosa, en cualquier lugar y de
cualquiera manera), que disfrutar (deleitándose, sin prisa, de un
apetitoso plato, en un paradisíaco escenario y en amena compañía) con la
comida.
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