Por Hogaradas
Elegir un lugar en el que comer y acertar no resulta a veces tarea fácil cuando llegas a una ciudad completamente desconocida y sin ninguna pista que te oriente hacia el local de restauración adecuado. Aun así, en nuestro caso siempre hemos sido afortunados, puesto que bien preguntando o simplemente por mera intuición, solemos tener suerte en nuestra elección.
Esta vez la ciudad era Viana do Castelo, al norte de Portugal, y aunque no teníamos ni idea de los bares y restaurantes con los que nos podíamos encontrar, una cosa sí estaba clara, y era que en el menú no podría falta el bacalao a la brasa.
Después de una visita al Templo Monumento del Sagrado Corazón de Jesús en Santa Lucía, imponente allá en lo alto e impresionante, además de por su arquitectura por las maravillosas vistas que se contemplan desde sus miradores, era la hora de encaminarnos a degustar las viandas necesarias para continuar nuestra visita a la ciudad, engalanada para el desfile que iba a tener lugar una semana después y que desgraciadamente tendríamos que perdernos.
En el centro, por la zona antigua, mientras caminábamos por sus estrechas y empedradas calles, eran muchos los reclamos que nos íbamos encontrando a nuestro paso, y tras mirar alguna de las cartas que lucían en sus escaparates, finalmente nos decidimos por el Restaurante “Paladar”, situado en la Rua Prior do Crato, número 46-52, un local pequeńo, acogedor, con un arco de piedra que lo divide en dos, una decoración austera y sobre todo, buen servicio, excelentes viandas y todo ello, con buenos precios.
Dos camareros fueron los encargados de atendernos, uno de ellos en un espańol casi perfecto, y el menú elegido fueron unas gambas al ajillo, excelentes, con ese toque de vinagre imprescindible, bacalao a la brasa, un lomo contundente de esos de los que se van sacando las capas una tras una, acompańado por unas verduritas, las correspondientes patatas cocidas, unas olivas negras y por supuesto, un excelente aceite de oliva, un vino blanco de la casa, bien fresquito, y de postre, un bolo de bizcocho, tarta típica portuguesa en sus dos versiones, de bizcocho y de bolacha, galleta en espańol, una tarta con mantequilla que curiosamente era una de las especialidades de mi tía Fina y que ańos después descubrí como una de las típicas de este país que tanto me gusta y en el que tantos buenos momentos he tenido el placer de disfrutar.
En definitiva, una jornada muy placentera en Viana do Castelo, localidad que os animo a visitar si todavía no la conocéis, y un restaurante “Paladar” que os recomiendo sin ninguna duda.