No hay nada más placentero que cumplir un capricho. A veces, ese deseo puede ser empezar la comida con una copa, con el postre, o saltar de ración en ración sin orden ni concierto. Y que todo te sepa delicioso. Si el entorno te acompaña, el capricho se convierte en un gran placer paladeado. El restaurante Random abre la puerta a que goces de esa pequeña gula no confesada. A través de un portal señorial en Chamberí, logras la entrada a un local canalla, glamouroso, pícaro y hedonista en donde se come, se bebe, se ojea y se disfruta.
El restaurante Random es la propuesta malvada de los padres de Le Cocó y El Columpio, dos restaurantes muy ricos y muy cuquis, ideales. Esteban Arnaiz y Aynara Menchaca se han soltado ahora la melena y han optado por ser más creativos, diferentes y divertidos. Quizá tenían miedo a lo convencional o a repetir fórmula, pero el giro de Random es el opuesto a sus otros dos restaurantes. Con el imponente diseño de Juan Luis Medina y el equipo de Madrid in Love, han creado un espacio en el que dominan la piedra pulida, los negros, los amarillos y los tapizados, con un exquisito gusto por el detalle que se encuentra en las codiciadas lámparas y bombillas, que reflejan la luz en los muchos espejos.
Random se divide en varios espacios: tras el grueso portón, aparece The Garden, un luminoso patio interior decorado al estilo colonial en el que destaca el altísimo techo abatible acristalado. Cuenta con su propia barra, donde decidirte por un café o un coctel, un almuerzo, una merienda o una cena porque no cierra en todo el día. Eso sí, la propuesta es más limitada que en los salones.
Parece que hemos empezado por el final cuando no hemos hecho nada más que abrir boca. Tras la escalera, los tres comedores principales (uno de ellos reservado) son los dominios de una carta anárquica e internacional. Obra del chef Juan Rioja y de su jefe de cocina, Dani Rodríguez, la carta se abre a aires nipones, franceses, peruanos o incluso, escandinavos, aprovechando materias primas poco conocidas en los menús españoles. “Me gusta esta gastronomía muy neoyorquina”, me cuenta Esteban. “Es internacional con base de preparaciones tradicionales pero muy desinhibida, informal, divertida con un precio muy ajustado”, señala.
La carta cambia con las temporadas y ahora destacan la coca de sardina y arenque ahumado, el ceviche nikkei, el tartar de pez mantequilla y camarón frito con aliño de mostaza y sumac (muy original, tiene un sabor especial y es muy crujiente), como entrantes o la sopa fría de almeja con granizado de clamato y pepino o el arroz de vaca. Entre los segundos, caballa a la llama, ajoarriero de carabinero y mejillones o bugolgi de lomo bajo. Y no os dejéis atrás la tarta de zanahoria, porque es una delicia.
El truco final de Random es que nos permite desaparecer. Pídele al camarero que te susurre la palabra mágica que abre la puerta de Anónimo Club, un speakeasy privado que se esconde en el sótano del edificio. Tras una puerta negra con el lema ‘Disappear Here’ (desaparece aquí), Anónimo te da la oportunidad de cerrar (o abrir) la noche con unas copas en un ambiente clandestino, íntimo y con mucha clase en el que disfrutar de cócteles de autor, combinados premium y unas cuantas tapas si te quedaste con hambre. Siempre y cuando te sepas la contraseña, claro.
No pensarás que estás en Madrid. Y sin embargo, siempre es Madrid.
Los datos: Random. Calle Caracas, 21. 914 109 250. Precio medio: 40€. Horario Random: todos los días de 13:30 a 00:00. Horario Anónimo Club: de domingo a miércoles, de 16 a 01h. Jueves, viernes y sábado, de 13:30 a 00:30. Precio: copas, 8€. Cócteles, 12€. Más información en la web
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