Desde la cristalera principal del salón del restaurante Zitty, se otean las calles de Manhattan. Es solo una foto con perspectiva, obviamente, porque desde Velázquez es complicado llegar a la Gran Manzana, pero es una declaración de intenciones. La ciudad más cosmopolita de EEUU sirve de inspiración para crear un restaurante internacional, despreocupado y juvenil, de horarios amplios y actividades constantes para ser una referencia en una zona un poco vacía de este tipo de oferta. Un sitio en el que siempre pasan cosas y puedes vivirla con una cena, unas ricas tapas o un combinado en la mano.
Esa era la idea que motivó a Guillermo Peña y sus socios a abrir el restaurante Zitty. Aunque los seis tienen otros negocios, relacionados con la hostelería o no, querían embarcarse en algo juntos que “fuera mucho más que un bar. Un sitio al que voy sin saber muy bien lo que va a pasar, en el que como bien, tapeo, me tomo unas cervezas o un buen cóctel y siempre está animado con distintas actividades”, me explica Guillermo.
Él ha vivido en Londres, en Australia o en India y ha traído muchos recuerdos e ideas de esas estancias, que quería dar forma en un sitio en Madrid. Zitty recuerda a city (ciudad en inglés) y es el nombre de un diario berlinés, lo que es prueba de su cosmopolitismo. “Ahora es más habitual pero hace unos años, no era fácil encontrar un bar con una cocina que no cierre o con música en directo”, detalla Guillermo, que no para de pensar iniciativas para albergar en su local.
Los espacios diferenciados marcan la personalidad de Zitty. De entrada, un bar que recuerda a una calle neoyorquina da la bienvenida con tapas potentes, combinados y música en directo de vez en cuando. “Nuestro cocinero es vasco, con lo que los pinchos son del estilo de San Sebastián”, cuenta Guillermo. A cualquier hora, tienes pequeños platillos de pulpo, tortilla u otras especialidades.
Pero la intención del equipo de Zitty es que vayas más allá del bar. Que subas la escalera, te sientes en el balcón a ver la vida moverse en el bar o atravieses el pasillo hasta llegar a ese ático en Nueva York que es su restaurante. Allí es donde nos espera la cristalera con vistas, una larga librería y una decoración industrial vintage con reflejos dorados en donde predominan los azules y los rojos.
Allí suben los que hacen intercambios de idiomas con merienda por la tarde o los que trabajan con su wifi gratuito o donde hacer brunch los fines de semana. Donde hacer un curso de pan, de gintonics o una cata. Pero también es el lugar de las cenas, con una carta que mezcla conceptos típicos españoles con platos más internacionales y un servicio excelente, pendiente de los detalles. Merluza, risotto, pad thai, croquetas de jamón o de calamar (¡son cuadradas!), sashimi, nachos o una deliciosa burratina con tomate seco y pesto (muy rica en matices), un timbal de rabo de toro con puré de patata violeta o los divertidos huevos poché con boletus. “Es una carta que juega sobre seguro, con sabores conocidos que gustan a todos”, señala Guillermo.
Pero el que será uno de los rincones más deseados cuando suban las temperaturas será su terraza interior. Ubicada en un bonito patio de manzana, su aire urbano pero recogido seguro que albergará muchas fiestas y cañas después del trabajo en los días largos de verano.
Zitty es un espacio amplio y diferente para ubicar todos tus planes. No lo pierdas de vista.
Los datos: Zitty. Calle Velázquez, 128. 91 101 31 31. Horario: ininterrumpido de 10 a 02:30h. Precio medio: 25-30 euros. Más información en su web y en su Facebook. Síguelos para no perderte sus actividades.