Revista Opinión
Este domingo resurge la normalidad en las rutinas cotidianas, incluso retorna el tiempo gris de los días nublados para recordarnos que resucitan las lluvias que ensucian el cielo y vuelve el recogimiento intimista de unos ojos esquivos tras los ventanales que contemplan el mundo y miran hacia su interior para intentar comprenderse. Por fin acaba la semana exhausta de un verano adelantado y de una exhibición supersticiosa, cargada de cruces y amuletos, que invadieron lo público y lo privado en completa demostración de intransigencia excluyente. Dejamos de ser masa dirigida para ser individuos que se extasían con lo pequeño e insignificante en vez de con lo masivo e imponente, por impuesto. Hoy celebro la resurrección de la normalidad en un día que también se comporta con normalidad, nublado y gris. Gracias a Dios.