Ya estamos con nuestra mejor sonrisa y todo el entusiasmo iniciando un año más. Como siempre, las vacaciones se fueron como un suspiro, eso sí, dejando muchos gratos momentos, lecciones y un montón de aprendizaje.
Iniciamos las vacaciones con el inicio de las posadas. No saben lo emocionada que estuve esos días, pues para nosotros las posadas no eran algo común, y de pronto ya se habían organizado 5 posaditas en nuestra cerrada, el mayor número de posadas a las que hemos ido. Lo confieso, cuando tocó nuestro turno de organizar y preparar una, estuve algo estresada, y muy atareada, ni pude tomar fotografías por estar metida en la cocina, pero a final del día, disfruté mucho el resultado. Eso sí, me lucí con una horchata caliente, que la mayoría de mamás y niños me elogiaron. Jaja un día eres joven, y al otro día te sientes muy feliz por cosas como ésta. Y por si ustedes no conocen la receta, y la quieren, la pueden encontrar por aquí.
Las posadas, más allá del goce de los niños y de dejarnos muchos dulces, me permitieron convivir y conocer a profundidad a algunos de mis vecinos. Saber un poco más de sus vidas, de sus costumbres y sobre todo, nos permitieron compartir. Cada día, cada vecino compartió dulces, piñatas, un poquito de su sazón y de su tiempo. Aunque fueron noches muy frías, las volvería a repetir.