Reveo su postura, que fue mi propia postura y me digo que si, que vale totalmente la pena volverse madre. Claramente es una transformación, es adquirir nuevas facetas -si alguna aun no la tenia-. Es volverse plena y total. Es tener una marca indeleble de por vida. Pero, claro, esta es la forma maravillosa de vivirlo y es así para las valientes que deciden o quieren o pueden sacarse las vendas socialmente impuestas. Para vivirlo así, hay que de alguna manera hacerse cargo de una misma y de la vida, y enfrentar amorosamente cada día.
En mi caso, reconocer al cachorro fue una demora de unas 3 horas. Sentía una mezcla de sensaciones: miedo, intriga, nerviosismo. Pero cuando lo tuve cerca, me urgía tenerlo y conocerlo. Verlo, en realidad, porque ya lo conocía.
La cesárea es dura, quizás tal vez como una mala episiotomía. No poder cargar a tu propio bebe es complicado. Responder a las exigencias sociales, con visitas y saludos, "pasármelo un rato" y todas las demás opiniones no es sencillo. En esos momentos yo solo quería paz, estar sola, en la cueva. Con los meses lo logre, pasaba mucho tiempo en camisón, en la habitación, auto confinada. Salia cuando no aguantaba mas las ganas de ir al baño. No hablaba mucho, si leía mucho. Pero era un aprender constante y un maravillarme por la fluidez de tantas cosas.
Pero también fue duro. Soportar los llantos por los gases, los dolores de las tetas congestionadas, los cambios de ropa y de pañal, las opiniones, las horas sin dormir, mis propios cambios de humor, mis propios miedos y fantasmas y llantos. Y enfrentando todo esto salí, poco a poco, fluyendo hacia el disfrute. Al final, después de transitar estos primeros meses, todo fue tan sencillo como aprender a "leer" lo que mi cachorro expresaba y necesitaba y acomodarnos a su presencia.
Por algún extraño motivo, en varias ocasiones tenia una certeza interna de estar haciendo las cosas de la forma natural y correcta. A la vez, debí enfrentar la incertidumbre que causas las opiniones ajenas, si. Y también aprendí a encontrarme y vi que había un vinculo entre mis estados de animo y los del cachorrito. De algún lado, tal vez intuitivo, saque conocimientos que no conocía y los implemente. Me volví madre animal. Debo reconocer, que mi cachorro no fue el primero. Tuve otros años antes: tres guacamayos, una suricata, dos tigres, un peludo, una puma, un yurumi y tres tamanduas. Claro, todos diferentes y cada uno con sus peculiaridades.
Así transite el tiempo, que fue humo y manteca. Caí en el mundo de las hormonas y aprendí. Y así pasaron los meses, hasta que volví a trabajar. Y fue bien, un poco duro, pero bien. Entonces empezó la nueva tarea: reconocerme en ese nuevo ser que ya no era el de antes, pero lo contenía. Y el cachorro cumplió un año, y dos... y todo mi ser ya no podía ser el de antes. No lo logre. Yo estaba mas quebrada por dentro que nunca antes. Era -y sigo siendo- un ser dual. La búsqueda de quien era ese nuevo yo me llevo hasta casi los dos años del cachorro. Aunque no estoy segura de que haya terminado.
Tengo un nuevo cuerpo
Tengo una cicatrizTengo pechos de leche
Tengo alguien que es mi felicidad diaria
Tengo un pequeñito que duerme de mi mano
Tengo deseos de estar mas tiempo en casa
Tengo ganas de disfrutar mas de la vida, de reír y de mostrarle el mundo, acompañándolo en sus descubrimientos
Tengo menos tiempo para mi (bueno, casi no tengo)
Tengo que trabajar
Tengo a alguien a quien interpretar
Tengo a alguien a quien adoro hacer feliz
Aprendo a diario a vivir hoy
Y así estoy, siempre aprendiendo y conociéndome. Proponiéndome nuevos desafíos, contagiándome de la risa y de los sueños de ese pequeñito que supo vivir dentro de mi.
En estos casi 3 años cambié, mi vida giró, se revolucionó de hormonas y nada puede ser igual. ¿Qué le diría a esa yo, que también es F, y que es tantas otras chicas? Volverse mamá puede ser aprender a vivir de otra manera, ese aprender de una misma, es cansarse hasta el fin del cansancio pero sabiendo que hay una sonrisa, una caricia, capaz de pagarte todo en un segundo. Ser mamá es revolucionario, desafiante y exigente. Ser mamá puede ser todo lo que te propongas que sea.Yo decidí que fuera algo que me atravesara, que fuera totalmente mio y así lo vivo, y lo agradezco. Con él soy feliz.