Ayer hice un repasito a las series que he ido siguiendo durante este verano, y hoy toca hacer lo mismo pero con las películas. He pisado pocas veces las salas de cine estos meses, y cuando lo he hecho ha sido para ver algunos de los blockbusters que han poblado la cartelera. Tampoco es que haya habido mucho donde escoger.
Evidentemente no pude eludir la gran película del verano, Origen (Inception), una de las que con más ganas esperaba. Ya se ha escrito tanto sobre ella que da cierta pereza añadir algo más. A mí me gustó y me mantuvo con todos los sentidos atentos a la trama para no perderme, fue un gran entretenimiento. Ahora, no creo que sea una obra maestra (ya no digamos la mejor película de la historia, una tontería que he leído más de una vez por la blogosfera) porque más allá del juego de un sueño dentro de un sueño dentro de un sueño hay poquita sustancia: unos personajes sin motivaciones apenas, unas historias trilladas y poco interesantes, secuencias que sobran y alargan sobremanera la película (la de la nieve), etc. Eso sí, son mucho peores las otras dos pelis que vi en el cine, Predators y Los mercenarios (The Expendables), pero como tampoco no tienen grandes pretensiones uno no se lleva ningún chasco.
Mucho más interesantes fueron los mini-ciclos que me monté en casa. Primero me decidí a ver los primeros films de Michael Haneke, los únicos que me faltaban para finalizar su filmografía, que agrupó como la trilogía sobre la violencia en la sociedad moderna (como si sus posteriores películas no tratasen también sobre ella). La que más me afectó y más me gustó fue la primera, El séptimo continente (Der siebente Kontinent), basada en un suceso real sobre una familia de clase media que decide que su vida no tiene ningún sentido. Después vinieron El video de Benny (Benny's Video) y 71 fragmentos de una cronología del azar (71 Fragmente einer Chronologie des Zufalls) que me parecieron más interesantes que buenas.
Otro pase especial sobre un director que hice este verano es el que dediqué a John Hugues. No había visto ninguna de sus películas de los 80, tan míticas ellas, y había que remediarlo. Empecé con El club de los cinco (The Breakfast Club), como buen fan de Community. Disfruté mucho y entendí el porqué de la veneración a Hugues en su país. Seguí con Dieciséis velas (Sixteen Candles), Todo en un día (Ferris Bueller's Day Off) y La chica de rosa (Pretty in Pink). Al final me quedó una idea bastante precisa de lo que significaron todos estos films y cómo afectaron a toda una generación de jóvenes, además ahora entiendo más gags de Family Guy y comparto más gustos con los geeks de Freaks and Geeks.
Pero la filmografía de John Hugues no es la única que he descubierto este verano, sinó que también la de Sean Penn como director. La primera película suya que vi es la última, Hacia rutas salvajes (Into the Wild), un relato bastante amargo sobre un recién licenciado que decide abandonar su vida material y lanzarse a la aventura. En cierta manera me recordó a El séptimo continente, y a pesar del abuso de la estética videoclipera reconozco que me llegó dentro. La segunda de Penn que llegó a mis manos fue su debut, Extraño vínculo de sangre (The Indian Runner), una excelente historia sobre la relación entre dos hermanos muy distintos que está basada en la canción Highway Patrol Man del disco Nebraska de Bruce Springsteen. Viggo Mortensen realiza una interpretación soberbia.
Otra película que he disfrutado mucho estos últimos meses es, por ejemplo, una de animación de plastilina belga con un punto muy surrealista, Panique au Village, en la que un indio, un vaquero y un caballo comparten casa y montan una muy gorda en el pequeño pueblo donde viven. Es muy divertida y la recomiendo totalmente. También el último film de Polanski me gustó mucho. El escritor (The Ghostwriter) es un thriller político en la mejor línea de los años 70, con una ambientación que sumerge al espectador. Y para terminar, también vi dos películas que, pese a ser interesantes, no me han dejado mucha huella: Greenberg, con unos personajes difícilmente empatizables, y Las vidas posibles de Mr. Nobody (Mr. Nobody), demasiado pretenciosa.