Hoy me ocuparé de analizar aquí las discrepancias sobre la resurrección de Jesús a lo largo de los evangelios canónicos. Lo más lógico sería pensar, y más teniendo en cuenta el carácter capital de este asunto para el dogma cristiano, que los cuatro fuesen coincidentes. O, si no en todo su conjunto, al menos en algún punto; puesto que, como vamos a ver, ni se parecen. Pero parece ser que los evangelistas no pudieron ponerse de acuerdo. Ni siquiera a los que interpolaran tantos textos más tardíos en la Biblia se les ocurrió darles algún retoque para que la historia pareciese más viable.
Pobre Dios, que siendo la inspiración activa de este libro, lo hizo de manera tan penosa...
Aquí van esas diferencias:
-Mateo: las mujeres (las dos Marías) van a ver el sepulcro; se produce un terremoto; baja un ángel del cielo; remueve la piedra de la entrada de la tumba y se sienta en ella; y deja a los guardias "como muertos".
-Marcos: las mujeres (las dos Marías, y Salomé) van a ungir el cuerpo de Jesús; no hay terremoto; la piedra de la entrada ya está quitada; un joven está dentro del monumento sentado a la derecha; y los guardias se han esfumado.
-Lucas: las mujeres, que siguen llevando ungüentos, son las dos Marías, Juana -que sustituye a Salomé-, y "las demás que estaban con ellas" (es decir: que aquí van, como mínimo, cinco); tampoco hay terremoto ni guardias; se les presentan dos hombres, aparentemente procedentes del exterior del sepulcro; se les anuncia que Jesús se les aparecerá en Emaús y no en Galilea, tal como se dice en los dos textos anteriores; y Pedro da fe del hecho prodigioso.
-Juan: Sólo va María (la Magdalena), que no va a ungir el cadáver; no ve a nadie en el sepulcro y corre a avisar no a uno sino a dos apóstoles, que certifican el suceso; después de esto, mientras María llora fuera del sepulcro, se aparecen dos ángeles, sentados en la cabecera y los pies de donde estuvo el cuerpo de Jesús; y este se le aparece a la mujer en ese mismo momento.
En lo único que coinciden todos es en la desaparición del cuerpo de Jesús y en la vestimenta blanco/luminosa que llevaba el transformista ángel/joven/dos hombres/dos ángeles. (Fuente: "Mentiras Fundamentales de la Iglesia Católica", Pepe Rodríguez)
Esto no hay Dios que se lo trague.
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