Aunque no hayas tenido contacto con él, seguro que conoces la existencia de un maniquí para las prácticas de reanimación cardiopulmonar. ¿Sabías que en general suelen tener todos la misma cara, y que el maniquí se denomina “Resusci Anne”?
Desde ConTuFamilia queremos compartir contigo su historia.
LA HISTORIA DEL MANIQUÍ
Peter Safar era un médico austríaco pionero en técnicas de primeros auxilios. Se le considera el padre de la reanimación cardiopulmonar moderna, y en su afán por mejorar la medicina, decidió enseñar su método de reanimación al mayor número de personas.
Decidió entonces que necesitaba un muñeco de plástico como maniquí de prácticas, y se lo encargó a Asmund Laerdal, un juguetero noruego. Curiosamente, el hijo de Asmund estuvo a punto de morir ahogado unos meses antes, pero la famosa técnica lo salvó.
Debido a esta circunstancia, el juguetero se mostró entusiasmado con este encargo, y se volcó en él. Pensó que un muñeco femenino resultaría menos inquietante para los alumnos, y pensó que la máscara de una joven sonriente que adornaba la casa de sus abuelos podía servirle de modelo.
El maniquí hizo su debut el 1958.
LA TRISTE HISTORIA DE LA PROTAGONISTA
Dicha máscara no era más que una máscara funeraria que un empleado del depósito de cadáveres de París decidió elaborar a una desconocida.
Alrededor del año 1880 apareció en el río Sena, en el Quai du Louvre, el cuerpo sin vida de una joven. No mostraba signos de violencia y a pesar de haber muerto ahogada conservaba intacta la armonía de sus rasgos faciales, a la vez que una serena sonrisa. Fue llevada a la morgue con la sospecha de que se trataba de un suicidio.
Según la costumbre de la época, el cuerpo permaneció expuesto unos días a la espera de que alguien lo identificara, pero nadie lo hizo.
El mencionado empleado, prendado por la belleza de la mujer y por sus rasgos tranquilos, confeccionó la máscara mortuoria que recibió el nombre de “L’inconnue de la Seine” (La Desconocida del Sena). Fue fuente de inspiración para novelistas y artistas, y ha llegado a nuestros días siendo el rostro más besado, para la seguridad de todos.