Transformar una lámpara de salón en una lámpara de velas.
Perdonad las telañaras, pero en algunos rincones de mi jardín la decoración de Halloween dura todo el año.
Rescatar azulejos antiguos.
Dar nueva vida a un cubo de zinc...
...O a una jarra de agua.
Construir muros con las piedras del terreno.
Hacer que una lámpara de cocina rota sea el nuevo soporte para una maceta.
Sembrar la menta junto a una cesta deteriorada por el paso del tiempo.
Reservar un pequeño espacio a objetos curiosos.
Darle nuevos usos a materiales desechados en obras de la zona.
O componer nuevos suelos a partir de retales desechados por otros muchos.
Pues bien, el otro día un amigo nos regaló una mesa de jardín afeada por las manchas de óxido. Quizás lo más apropiado para darle algún tiempo más de vida hubiera sido darle una manita de pintura.
Pero a mí se me ocurrió llenar el jardín con más retales aún. En esta ocasión, retales de tela. Es así que he preparado un tapete a la medida de la mesa con restos de telas. No se trata de un mantel, es más bien una funda que encaja en la mesa gracias a un elástico que he colocado en el contorno. Así con la brisa no se moverá. Lo he hecho sin demasiado repulgo, pues sé que este verano va a tener mucho baqueteo y no quería sufrir si le caen moras del árbol, si se me olvida quitarlo antes del riego o si se mancha con algún refresco. Es por eso que ni siquiera le he puesto trasera, pero con el elástico queda fijo y ni se aprecia.
Como veis he usado telas muy alegres que me figuro que a alguna le desentonará, pero a mí me encanta el resultado, me parece absolutamente veraniego.
Con un dobladillo y un elástico he rematado el trabajo. Ya solo queda estrenarlo con una buena lectura, un rato de costura, una charla o un aperitivo. ¡Hasta muy pronto, mis gotas no descansan!!!!