Revista Política
La noticia de la posible suspensión de las obras en el canal de Panamá ha causado un gran revuelo. La cuestión radica en que una empresa española lidera la victoria de un concurso público para realizar una de las mayores obras públicas del mundo. Ese triunfo es logrado mediante lo que en España la administración publica denomina baja temeraria. La oferta que gano el concurso era 3000 millones de dolares inferior a otra oferta española y mas de 1000 millones inferior a otra americana, que curiosamente son los que ahora reclama la chapucera empresa española para finalizar la obra. en cualquier caso lo justo sería que fuera otra empresa la que terminara el trabajo.No tengo duda de que la mala costumbre de las administraciones españolas de pagar más a las empresas una vez adjudicadas las obras públicas para poder terminarlas es una de las principales razones que llevaron a Sacyr a hacer una oferta ridícula, pensando que el gobierno panameño sería tan fácil de convencer como los gobiernos locales, regionales y nacionales de este país a la hora de incrementar las minutas.Si la situación ya es ridícula de por si, el gobierno español entra a arbitrar un partido donde a priori no pinta absolutamente nada, aunque seguramente las confusiones mentales de algunos ministros les llevan a pensar que además de los mercados son las empresas las que votan en las elecciones. La intromisión del gobierno merece una explicación a los ciudadanos que si somos los que votamos, aunque esta no llegará.La próxima vez que uno de los miembros del gobierno se queje de injerencia habrá que recordarle este momento.