Revista Opinión
Retirada de bollería y refrescos de los colegios españoles , ¿es realmente una medida suficiente para luchar contra la obesidad infantil?
Por Antiox @joniaconsulting
La ministra española de sanidad y política social, Trinidad Jiménez quiere promover la ingesta de alimentos y bebidas consideradas saludables entre los estudiantes y limitar, al mismo tiempo, el consumo abusivo de determinados nutrientes. A través de una nueva Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que se aprobará este año, se plantea prohibir "la venta de alimentos con un alto contenido en ácidos grasos saturados, ácidos grasos trans, sal y azúcares sencillos, ya sea mediante máquinas expendedoras o en cantinas, bares o locales similares situados en el interior de los centros escolares".
Me pregunto, ¿de que sirve esta prohibición?, si los estudiantes podrán adquirir este tipo de productos en cualquier supermercado, tienda de gasolinera, en el cine, en el kiosko de la esquina… en su tienda de chuches habitual..?
¿No será mejor plantarle cara a las grasas trans por ejemplo como lo hicieron California, Dinamarca, Nueva York, Philadelphia y Seattle? ¿O tratar de regular los etiquetados de los alimentos con una legislación que regule la necesidad de especificar la cantidad de grasas trans que contiene un producto.?
En EEUU, la ley obliga desde 2006 a detallar esta proporción en todas las etiquetas de alimentos. Por ello, las empresas estadounidenses de comida rápida, como Burger King, deben concretar estos datos: por ejemplo, si nos tomamos una hamburguesa Big King, unas patatas fritas grandes, un refresco y un brownie de postre, estaríamos ingiriendo 2,8 gr. de grasas trans. Por su parte, Dinamarca limitó la cantidad de grasas trans que podían contener los alimentos vendidos en el país a no más de un 2%.
También Suiza aprobó recientemente una medida similar, tras publicarse un estudio que mostraba que más de un tercio de 120 productos analizados contenía un porcentaje excesivo de ácidos grasos trans.
Las trans se han puesto de moda, son el nuevo coco, pero también una herramienta de marketing para los políticos. No hay coherencia, si fuera así habría que prohibir las freidoras, ya que procesos como la fritura, pueden acabar transformando los ácidos grasos en trans, y el aceite se utiliza varias veces, cuando no SE DEBE hacer, precisamente para evitar la toxicidad. Tampoco hay coherencia en lo que respecta a esa “gran preocupación” por la salud de los niños. Por ejemplo, la venta de cannabis en España es casi endémica, es muy accesible para cualquiera y también para los niños y sobre todo adolescentes. Hay estudios científicos que demuestran que el cannabis destroza el cerebro de los adolescentes, y sin embargo en España, las leyes actuales “suavizan” este efecto, mediante el consentimiento. Y NO pasa nada porque cualquier adolescente puede consumirlo sin problemas, sobre todo porque “han oído” que no es malo, y porque el propio sistema lo abraza.
¿De verdad que a ninguno de nuestro políticos le preocupa este tema?. ¿A caso no está relacionado con la SALUD?. Yo creo que sí.
Señores políticos, déjense de hacer demagogia barata y de ponerse medallas estúpidas que no conducen nada más que a titulares de prensa. Cojan el toro por los cuernos y consigan con verdaderas medidas efectivas, que las nuevas generaciones sean personas sanas física y mentalmente.
Me pregunto, ¿de que sirve esta prohibición?, si los estudiantes podrán adquirir este tipo de productos en cualquier supermercado, tienda de gasolinera, en el cine, en el kiosko de la esquina… en su tienda de chuches habitual..?
¿No será mejor plantarle cara a las grasas trans por ejemplo como lo hicieron California, Dinamarca, Nueva York, Philadelphia y Seattle? ¿O tratar de regular los etiquetados de los alimentos con una legislación que regule la necesidad de especificar la cantidad de grasas trans que contiene un producto.?
En EEUU, la ley obliga desde 2006 a detallar esta proporción en todas las etiquetas de alimentos. Por ello, las empresas estadounidenses de comida rápida, como Burger King, deben concretar estos datos: por ejemplo, si nos tomamos una hamburguesa Big King, unas patatas fritas grandes, un refresco y un brownie de postre, estaríamos ingiriendo 2,8 gr. de grasas trans. Por su parte, Dinamarca limitó la cantidad de grasas trans que podían contener los alimentos vendidos en el país a no más de un 2%.
También Suiza aprobó recientemente una medida similar, tras publicarse un estudio que mostraba que más de un tercio de 120 productos analizados contenía un porcentaje excesivo de ácidos grasos trans.
Las trans se han puesto de moda, son el nuevo coco, pero también una herramienta de marketing para los políticos. No hay coherencia, si fuera así habría que prohibir las freidoras, ya que procesos como la fritura, pueden acabar transformando los ácidos grasos en trans, y el aceite se utiliza varias veces, cuando no SE DEBE hacer, precisamente para evitar la toxicidad. Tampoco hay coherencia en lo que respecta a esa “gran preocupación” por la salud de los niños. Por ejemplo, la venta de cannabis en España es casi endémica, es muy accesible para cualquiera y también para los niños y sobre todo adolescentes. Hay estudios científicos que demuestran que el cannabis destroza el cerebro de los adolescentes, y sin embargo en España, las leyes actuales “suavizan” este efecto, mediante el consentimiento. Y NO pasa nada porque cualquier adolescente puede consumirlo sin problemas, sobre todo porque “han oído” que no es malo, y porque el propio sistema lo abraza.
¿De verdad que a ninguno de nuestro políticos le preocupa este tema?. ¿A caso no está relacionado con la SALUD?. Yo creo que sí.
Señores políticos, déjense de hacer demagogia barata y de ponerse medallas estúpidas que no conducen nada más que a titulares de prensa. Cojan el toro por los cuernos y consigan con verdaderas medidas efectivas, que las nuevas generaciones sean personas sanas física y mentalmente.
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