Al dolor hay que ponerle tubos de escape
-pienso mientras me enchufo un tema de Johny Cash-
pero solo lo justo para expulsar a los demonios
para digerir los espacios vacios,
luego hay que volver ahi arriba
y esquivar la poesia, las drogas
la prolongación forzada e innecesaria
de los estados narcóticos del amor y de la tristeza
luchar la realidad a puño descubierto
y sonreir con fundamento
solo después de haber paladeado
el sabor de su sangre
sin artificios,
sin matarnos a pajas
con la erótica de la derrota
como estímulo facil y recurrente
ese es el reto y la premisa,
primero hay que luchar
a tumba abierta
y luego ya
si la caida es definitiva
-que casi nunca lo es-
sino queda tiempo para enmendarnos,
podremos adoptar entonces
los remedios enólicos paliativos,
del verso como escondite
y de la carne en espiral,
que hoy tomamos por asueto
el romanticismo esteril de
las latas de cerveza vacias
y los ceniceros llenos como lunas,
estériles también
pero primero y siempre
hay que luchar
e intentar conquistar
contra pronóstico
las tardes del domingo
en las que se cuela
por los altavoces
el viejo Johny Cash.