Mary fue ejecutiva de enfermería en el sur de Florida durante tres décadas hasta que empezó a darse cuenta de que tenía lapsos de la memoria. Olvidaba cuándo se vencían los informes, el calendario de reuniones del personal, lo que le habían dicho los empleados en el pasillo. Para compensar, comenzó a trabajar más horas.
Eventualmente, cuando esto no bastó, fue a ver al Dr. Ranjan Duara, director médico del Centro Wein para la Enfermedad de Alzheimer y Desórdenes de Memoria de Mount Sinai en Miami Beach. Luego de una serie de exámenes, incluyendo uno de imagen de resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés), recibió el diagnóstico que temía: enfermedad de Alzheimer.
Todavía no había cumplido 60 años.
“Me sentí devastada”, recuerda. “Sabía lo que significaba”. Ella cuidó a su padre por muchos años cuando fue diagnosticado con Alzheimer.
Mary, que pidió anonimato, tiene 61 años y se retiró hace un año. El golpe inicial ha desaparecido y ha sido reemplazado por un deseo y determinación de viajar y disfrutar de la familia mientras sea posible. Está agradecida porque la detección temprana de la devastadora enfermedad le ayudó a planificar mejor el futuro.
Para personas como Mary, las nuevas pruebas, y aquellas que están aún en investigación, son herramientas útiles que permiten la detección temprana de la enfermedad, un paso necesario e importante en el desarrollo de un plan de tratamiento que disminuya el progreso de la misma. Tradicionalmente, la única forma en que las familias tenían confirmación de Alzheimer era después de los hechos: una autopsia revelaba las placas y nudos en el cerebro, característicos de la enfermedad. Los médicos llegaban al diagnóstico luego de descartar otras explicaciones para la pérdida de memoria y a través de extensos estudios cognitivos.
Esas reveladoras placas y nudos, tan común en el Alzheimer, pueden comenzar de 10 a 20 años antes de que aparezca algún síntoma y los investigadores han buscado una forma de detectar esos indicadores antes de que la pérdida de memoria del paciente sea tan severa que no pueda funcionar. Esto es particularmente importante en Estados Unidos ya que se espera que según aumente la población envejeciente más y más personas sean diagnosticadas con la enfermedad.
De acuerdo con la Asociación de Alzheimer, más de 5 millones de estadounidenses viven actualmente con la enfermedad, y expertos predicen que tanto como16 millones la padecerán en el 2050. Una de cada tres personas de edad avanzada que muere anualmente tiene algún tipo de demencia, incluyendo Alzheimer. El Alzheimer es la sexta causa de muerte de la población general y la quinta para aquellas personas de 65 años o más.
La enfermedad es también costosa, con un estimado de $203 miles de millones solo este año. Sin embargo, la cifra puede medirse más allá de dólares. La Asociación de Alzheimer estimó que en el 2012 15.4 millones de familiares y amigos prestaron 17.5 miles de millones en horas de cuidado no retribuido con un valor de $216 miles de millones, una ecuación que solo comienza a definir el peso que esto añade a los familiares.
Aun cuando el Alzheimer es la única entre las principales 10 causas de muerte que no tiene forma de prevenirse ni cura, los médicos dicen que las pruebas de detección temprana pueden aliviar algunos de los estresores inevitables que acompañan no tener un diagnóstico o tenerlo incompleto.
Actualmente los especialistas llevan a cabo una serie de pasos que incluyen varios exámenes para determinar la extensión de la pérdida de la memoria y el estado de salud general, incluyendo el historial médico. También es importante saber si algún miembro de la familia ha sido diagnosticado con Alzheimer u otra forma de demencia.
Las pruebas estándar incluyen medir reflejos, balance, visión y audición. Se pueden ordenar exámenes de sangre y orina para descartar otras posibles causas de problemas cognitivos. Además, los pacientes pueden ser sometidos a exámenes estandarizados específicos, con una duración de dos a seis horas, que pueden medir la habilidad de resolver problemas simples así como memoria a corto y largo plazo.
“Usted necesita un historial completo para descartar condiciones médicas o psiquiátricas que afectan la memoria”, dice Elizabeth Crocco, directora de la división de psiquiatría geriátrica de la unidad de pacientes internados en el Hospital Jackson Memorial. Estas incluyen depresión, bipolaridad o esquizofrenia. La memoria puede afectarse también por anemia, deficiencia de vitaminas y demasiada medicación.
Si estas pruebas apuntan a un deterioro cognitivo, usualmente se ordena una imagen de resonancia magnética del paciente, dice el Dr. Clinton Wright, profesor asociado de neurología y director científico del Instituto Evelyn F. McKnight de la Universidad de Miami. Las imágenes de resonancia magnética o la tomografía computarizada (CT), otro tipo de imagen del cerebro, puede descartar otras , incluyendo tumores, derrames, golpes en la cabeza o la acumulación de fluidos en el cerebro.
Sin embargo estas pruebas también proveen información sobre la forma, posición o volumen del tejido cerebral, porque el cerebro de las personas con Alzheimer es diferente al de las personas saludables. Por ejemplo, según progresa la enfermedad, el cerebro y la parte del hipocampo se encogen según mueren las células nerviosas y sus conexiones.
Otros estudios disponibles o en la fase de investigación incluyen: examen del fluido espinal, obtenido por punción espinal, identifica la beta amiloidea, un fragmento de proteína que forma placas en el cerebro; tau, una proteína que se acumula cuando las células nerviosas y sus conexiones se dañan; y tau fosforilada, una proteína que es un marcador de carga de nudos neurofibrilares en el cerebro, una de las características de la enfermedad de Alzheimer. La presencia de estos marcadores provee indicaciones precisas de Alzheimer. (Por otro lado, si solo se detecta la amiloidea sin tau, los médicos solo pueden decir que el paciente está a riesgo de desarrollar Alzheimer.)
El Dr. Duara, del Centro Wein, dice que las punciones espinales en casos potenciales de Alzheimer son utilizadas muy poco en Estados Unidos, pero son comunes en otros países. “Aquí no son populares porque se consideran invasivas, costosas y consumen tiempo”, comenta.
El estudio de fluido espinal está cubierto por Medicare y algunos seguros privados, pero solo se pueden realizar como parte de un examen médico comprensivo que incluye una evaluación clínica completa.
Las tomografías por emisión de positrones (PET scans en inglés) pueden también buscar varias deposiciones de amiloidea como marcadores de Alzheimer. Recientemente, la Administración de Alimentos y Drogas (FDA), aprobó un rastreador radioactivo que puede cuantificar la cantidad de amiloidea en el cerebro. Los pacientes con depósitos de beta amiloidea que se detectan en estas tomografías, tienen más probabilidad de tener Alzheimer. Pero existe un intenso debate (e investigación) sobre cómo la evidencia de los depósitos de amiloidea en el cerebro puede predecir quién desarrollará la enfermedad.
Un tipo diferente de esta tomografía puede también medir cuánta glucosa utiliza el cerebro. (Mientras más activo el cerebro, más glucosa utiliza.) Hasta ahora, no se ha desarrollado un PET scan para medir tau, la proteína que, junto a la beta amiloidea, es la firma del Alzheimer.
Las tomografías por emisión de positrones (PET scans en inglés) se utilizan para distinguir el Alzheimer de otras demencias cuando hay duda del diagnóstico, pero por su alto costo, los seguros no lo cubren para el diagnóstico de Alzheimer.
Los exámenes de sangre, así como las pruebas de orina, se investigan alrededor del mundo, con la esperanza de que un día puedan medir con precisión los biomarcadores de esta enfermedad.
Durante el mes de marzo, investigadores en la Universidad de Nottingham informaron que estaban a una década de desarrollar un examen que podría detectar los biomarcadores que se encuentran en la enfermedad, incluyendo la amiloidea y apolipoproteína (APOE), un gen que aumenta el riesgo de desarrollar Alzheimer.
Un examen del ojo, desarrollado por Cognoptix, está en el proceso de pruebas clínicas. El SAPPHIRE II está diseñado para detectar una señal fluorescente específica del marcador beta amiloidea en la región supranuclear de los lentes en el ojo humano.
Las pruebas genéticas están disponibles para indicar el aumento de riesgo de Alzheimer, pero hay solo algunos genes raros que producen directamente la enfermedad. “Es algo que se puede utilizar como un factor de riesgo, pero no como prueba diagnóstica”, explica Wright, de la Universidad de Miami.
Para los familiares que cuidan a pacientes de Alzheimer, los exámenes que proveen un diagnóstico temprano son una bendición dentro de la desgracia.
Fuente | elnuevoherald.com