Como muchos ya sabéis por la página de FB y #detallesen, la semana pasada estuve en Nueva York. Por cosas de la vida me tocó hacer un poco de vida sola en la ciudad, y creo que hacia tiempo que no sentía cosas tan chulas y contradictorias a la vez.
Por un lado me sentía una hormiga entre gigantes, no sólo por los edificios sino porque allí todo es un poco más grande: las calles, la gente, las alcantarillas, hasta la altura de los escalones. Y por otra, una superheroína capaz de cruzar Manhattan desde el Upper East Side hasta el distrito financiero sin perderse.
Cada día soy mas consciente de la necesidad que como seres humanos tenemos de superarnos: de marcarnos día a día objetivos a corto plazo. Retos que nos hagan sentir capaces de alcanzar aquello que ansiamos tener con mas o menos esfuerzo.
A veces siento que esta crisis, por llamarlo de alguna manera, las decepciones vividas, los tropezones sufridos, los errores cometidos o los años que ya van pesando, nos están provocando que nuestros sueños cada día sean menos ambiciosos y menores en número.
Este viaje me ha abierto mucho los ojos y la mente y clarificado algunas ideas que irremediablemente tendré que compartir con ustedes.
Por lo pronto les digo que soy un poco más valiente y que tengo nuevos objetivos: desde correr un kilómetro más de cara a futuras carreras, hasta renovar y crear nuevas metas para no sentirme estancada, si no en movimiento. Eso sí, con un movimiento rítmico, armónico y acompasado con la canción que he seleccionado y no con la que suene en la radio.
Esta vez mando yo.
Póngase en posición, que le doy al play.