En muy poco tiempo el sector editorial ha cambiado profundamente, experimentando una transformación completa. Las nuevas tecnologías, los cambios en los hábitos de los consumidores y lectores, la irrupción del ebook, la concentración de las grandes editoriales, la expansión de pequeñas editoriales, la crisis de las librerías, las nuevas plataformas de venta de ebooks, las tarifas planas de lectura, y el dominio de Amazon han dibujado un panorama radicalmente distinto al de hace sólo diez y no digamos de hace veinte o treinta años.
Actualmente, todo editor, ya sea pequeño, mediano, grande, independiente, en digital o en papel, se enfrenta a una serie de retos ineludibles, y entre ellos estos tres son fundamentales:
1º Ahorro de costes en la producción. No queda otra que el sufrido editor optimice en toda la cadena de producción: en las correcciones, en la maquetación, en la ilustración, y en la impresión. Es el meollo para conseguir abaratar el coste total y es preciso hacer lo mismo y con igual calidad, pero reduciendo los costes. Se dice fácil, pero lograrlo es harina de otro costal e impone aplicar un control exhaustivo y mano firme para no pasarse de los gastos. El objetivo es ser más eficientes y competitivos con menos dinero, pero sin perder calidad en el proceso. O sea, como andar por la cuerda floja sin red y persiguiéndote un fulano desquiciado por detrás. Nada fácil. Unas buenas tijeras para recortar y sentido común serán sus mejores armas en este proceso.
2º Mejorar la comercialización….y, por tanto, los ingresos. Elemental, querido Watson. O Watsona. Un editor espabilado sin más recursos que su habilidad y talento, sin contactos de peso que le abran puertas y le faciliten la dura vida en el mercado del libro, deberá saber que el sillón está muy bien para descansar las posaderas en los largos inviernos, pero necesitará mover ese trasero de editor (o editora) para implicarse en la comercialización de lo que publica. Ya has conseguido superar el reto de la producción con un ahorro que es la envidia cochina del editor vecino (¡hurra por ti!), es hora de que pienses en vender a trote y moche. Mantén la mente abierta. Eres un editor de la leche del siglo XXI. No hay fronteras, no hay límites, no hay nada que no puedas hacer….Me temo que tampoco hay mucho presupuesto, ¿verdad? En fin…Un pequeño detalle. A mayores ingresos, mayor presupuesto. He aquí la clave, editor. O sea, vender, vender, y vender…El editor debe mentalizarse que debe vender y olvidarse de milongas de subvenciones y otras ayudas (el primo, los colegas, el marido rico, el grupo inversor, el banco que permite que te endeudes…hasta que te quita todo). Hay que vender sí o sí. Y para ello el editor debe buscar todos los caminos y canales de venta posibles: una web propia y activa de la editorial (por Dios, editor, dele vidilla a esa web y conviértala en su mejor aliado), librerías (si es de los que tiene labia y se le da bien el paripé, le irá bien, hágase amigo de unas cuantas y que lo traten bien…lléveles bombones…lo que haga falta); consiga un distribuidor solvente, profesional, serio, activo, que lo apoye, que no se quede con todas sus ganancias…(en fin, suerte, amigo, esto puede ser duro de narices); saque su mejor sonrisa y catálogo de novedades y preséntese con la camisa recién planchada a las plataformas de venta online que surgen como setas, que lo pongan en sus webs; pelotee un poco a los blogs literarios, que lo den cancha (esto funciona bien si usted es una mujer editora enrollada que sabe dar abrazos, besos y está encantada de hacer nuevas amigas blogueras); no olvide siempre defender su cuota de beneficio frente a tanta fiera suelta. Le va en ello la vida y la supervivencia. Recuerde: potencie su propio canal de venta y terceras plataformas de ventas con el objetivo declarado y legítimo de aumentar beneficios. No olvide otro punto importante: la gestión directa de los metadatos. Son vitales para una mejor comercialización. Y controle todo el proceso cuanto pueda. Me lo agradecerá (y espero que sea en esta vida).
3º Mejore su exposición pública. Ya ha superado los dos retos anteriores, va siendo hora de que sepa una verdad como un templo: de nada sirve lo anterior si no consigue hacer frente a otro desafío fundamental: la comunicación.
¡Con la Iglesia hemos topado! Aquí llega la etapa crucial de la promoción del libro. Editores, llegados aquí, más les vale tener bien desarrollado una identidad corporativa potente y una imagen de marca editorial ante la que la competencia babee y los lectores corran a buscar sus novedades con regocijo inexplicable. Esto de la identidad y la marca editorial lo debe juntar con su súper web corporativa (de la que le hablaba antes, ¿recuerda?), esa tienda online que es la caña del comercio electrónico, sus puntos de venta en librerías, centros comerciales y tinglados similares, su presencia en las redes sociales (¿que no tiene? Corra, por Dios bendito, pierda el culo en crearse unas cuentas en los Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest, y demás), en los blogs y los medios de comunicación, pase todo ello por el departamento de marketing de la editorial (no me diga que no tiene…ábralo con una becaria dispuesta y guapa), y al lío. Ya puede elaborar con esos elementos una estrategia de comunicación y promoción que alcance al lector exigente y la lectora pizpireta. Ya tiene su identidad editorial al alcance de la mano. Póngase bien para la foto y no olvide otros pasos importantes: posicionarse bien en los medios de comunicación tradicionales, en los medios online, en las redes sociales, desarrollar un coqueto newsletter que le acerque a esos lectores insaciables que siempre le preguntan: ¿Y lo próximo? ¿Y lo siguiente? ¿Y cuándo sale este libro?
Ya está lanzado en esto del plan de comunicación. Bien hecho. Ahora hay que convertir esas acciones en ventas contantes y sonantes. Otra clave que comparto con usted, editor (porque soy así de majo): hay que optimizar esa comunicación, conseguir un buen posicionamiento de los libros y enfocar tanta frenética acción a los diferentes públicos lectores para lograr esa promoción eficiente que consiga de verdad mayores ventas y beneficios.
Si sigues estos sencillos pasos, podrás lograr superar los tres grandes retos para un editor (o editora): mejorar el proceso de producción con ahorro de ese dinerillo tan necesario para la buena marcha del negocio; innovar y abrir nuevos canales de venta, y promocionar los libros que publiques con un retorno en ventas que pondrá verdes de envidia a la competencia y a ti te dejará una sonrisa perpetua en el rostro de editor. O editora.