Revista En Femenino

Retrato de una feminista posmoderna

Publicado el 11 octubre 2009 por Haizea

Por Juana Libedinsky

NUEVA YORK.- “Me casé por primera vez a los 37 años. Conseguí el hombre que quería, algo que puede verse como un milagro, considerando lo vieja que era yo y cuán buen candidato era él. Tenemos dos Mercedes [...], una casa con vista al mar, mucama tiempo completo, una buena vida.”

No parecen las típicas palabras de una feminista, pero la primera biografía de Helen Gurley Brown que sale del mundo académico no sólo la establece firmemente como tal. El libro, titulado Las chicas malas van a todas partes (segunda parte del célebre aforismo de Gurley Brown que empieza con “Las chicas buenas van al cielo”), la coloca en el mismo panteón de figuras tan respetadas de la liberación femenina como Gloria Steinem y Betty Friedman.

Gurley Brown, creadora de la revista Cosmopolitan actual -considerada la Carrie Bradshaw (protagonista de Sex and the City ) original- siempre fue una figura polémica.

Publicó su gran best seller El sexo y la mujer soltera en 1962. Sus temas -el control de la natalidad, el sexo y el trabajo- eran básicamente los mismos que los del establishment del feminismo de la época. Sin embargo, la visión de Gurley Brown no tenía nada que ver con quemar corpiños como símbolos de la opresión de los hombres, sino con buscar los que mejor resaltaran las curvas. Con su extraña mezcla de optimismo y realismo, sostenía, por ejemplo, que era correcto que siempre pagasen los hombres y dieran regalos caros, ya que tenían mejores sueldos. Y veía con buenos ojos al sexo en la oficina, porque pensaba que con él eran las mujeres las que ganaban poder sobre sus jefes masculinos. Gurley Brown inventó, además, una nueva categoría demográfica: las solteras sin estigma de solteronas.

Para Jennifer Scanlon, profesora de estudios de género y autora de la biografía, la forma en la que Gurley Brown fue ignorada por el feminismo de los 70 y por el actual es una injusticia, y debe ser recordada como la creadora de un “feminismo posmoderno”, en el cual la emancipación y las calzas de animal print con tacos no son mutuamente excluyentes.

Sin embargo, muchos no le perdonan a Gurley Brown cosas como el haber tratado con indiferencia la anorexia o la justificación que daba a las relaciones extramatrimoniales, y su biografía ha hecho renacer apasionantes encontronazos entre medios e intelectuales.


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