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Retro-análisis: ‘Livingstone, Supongo’ de Opera Soft para ZX Spectrum (1987)

Publicado el 10 enero 2021 por Coliseodigital @coliseodigital

Livingstone SupongoEl primero de los videojuegos de Opera Soft en ser comercializado llegó con grandes expectativas en el año 1987. Sus características lo hacían único en el panorama español, pues venía con el reclamo de poseer una jugabilidad bastante innovadora. Y no era para menos, sus cuatro posibilidades de encarar la acción nos brindaban muchas maneras de actuar, dando mucho margen de maniobra a un programa que brillaba con luz propia.

Lo que primero entraba por los ojos era la carátula realizada con aerógrafo, y cuya calidad quedaba fuera de toda duda. En ella se representaba a Henry Morton Stanley, periodista del New York Herald, quien tenía una misión muy específica, y no era otra que la de acudir al rescate del Dr. David Livingstone, un afamado explorador atrapado en el poblado Ujiji, al oeste de Tanzania, a las orillas del lago Tanganica. Para ello desembarcó en Bagamoyo, población ubicada en la costa oriental africana, y remontando el río Zambeze debía llegar a su destino para liberar al Dr. Livingstone, quien había sido raptado por una tribu de peligrosos antropófagos.

Livingstone-Supongo
Stanley irá pertrechado con sus más valiosos objetos, que no son ni más ni menos que los propios de un explorador de pro. Estos son: un machete, granadas, un boomerang y una pértiga. Todos estos artilugios serán su tabla de salvación, ya que sin ellos no podrá superar nunca todas las dificultades y obstáculos que lo pondrán a prueba a cada paso que dé.

El videojuego de Opera Soft estaba dividido en varias zonas claramente diferenciadas: la jungla, el poblado, el templo, las minas y las grutas donde supuestamente se encontraría después al Dr. Livingstone. Nuestro enviado especial, Stanley, debía sortear todo tipo de vicisitudes, y es que no solo iba a encontrarse con una jungla repleta de peligros, sino que también tenía que lidiar contra el hambre y la sed. El juego incluye en su marcador dos zonas que están destinadas a víveres y agua. Ya que los esfuerzos realizados en el camino serán necesarios, en el caso de que nuestras barras de energía vayan descendiendo, tenemos que recoger comida y agua en forma de iconos muy reconocibles, como son una barra de pan y un botijo, este último siendo un objeto que denota muy a las claras el origen de esta compañía tan castiza.

Para hacer uso de los utensilios de nuestro explorador, debemos fijarnos en la barra de fuerza, que funcionará gracias a la barra espaciadora. En función del tiempo que la dejemos pulsada, así se impulsarán los machetes, granadas, boomerang y pértiga. El primero nos vendrá muy bien para los enemigos que estén a nuestro mismo nivel, e irá cayendo gracias a la gravedad; las granadas serán muy útiles para usarlas en diferentes niveles, para enemigos que se encuentren encima o debajo del protagonista; El boomerang también se puede usar como arma arrojadiza, pero su utilidad será más que bienvenida en los casos en los que haya que activar interruptores o palancas. Por último, la pértiga, cuyo impulso hará que Stanley pueda trasladarse a zonas a las que sería imposible llegar sin este objeto tan imprescindible en la aventura.

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El objetivo principal en los primeros compases del juego será recoger un total de cinco gemas que debemos llevar posteriormente al templo de la diosa de los Ujiji. Sin ese requisito indispensable, no podremos abordar la siguiente zona del mapeado, que viene dada por una zona cavernosa con nuevos desafíos. Lo más importante de todo es, con mucha maestría, usar los objetos a su debido tiempo y, cómo no, con grandes dosis de habilidad, ya que en este título de Opera Soft hace mucha falta.

Los peligros a los que nos enfrentaremos son de muy variada índole. Los más comunes serán los animales que conforman la selva africana. En la superficie encontraremos mortales serpientes, plantas carnívoras y arenas movedizas. También nos veremos las caras, de vez en cuando y por sorpresa, con algunos cazadores que irán provistos de su buena escopeta de mirilla para disparar a todo aquel que se mueva delante de ellos. Tampoco hay que olvidar otros animales que serán muy molestos, y no son otros que los monos, que nos lanzarán cocos desde las palmeras. Y si no era suficiente con los primates, también tenemos a las pirañas que encontramos en los ríos y ruta de manantiales, que con sus afiladas mandíbulas intentarán desgraciarnos de por vida.

Y aquí no acaba la cosa, porque existe aún más variedad de peligros. En cierto lugar de paso, entre la mina y el templo de la diosa, existe un lugar con una gruta en la que nos asaltarán por el camino unas ¿sirenas? que nos lanzarán corazones mortales. Si no somos capaces de sortearlos, el personaje sucumbirá a sus encantos inexorablemente y verá una vida más mermada. Estos personajes recuerdan en gran medida a posteriores videojuegos de la compañía madrileña y a más de uno seguro que le vendrán rápidamente a la cabeza.

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Entre los enemigos que nos podemos encontrar en nuestra odisea, también están otros como escorpiones, murciélagos y los propios aldeanos, quienes con sus cerbatanas y lanzas nos harán pasar al otro barrio si nos descuidamos lo más mínimo. Normalmente los animales de la jungla, así como los nativos, tendrán siempre unos movimientos prefijados, y solo habrá que estudiar su patrón para establecer una estrategia lo más calculada posible para sortear sus ataques.

Muy atentos habrá que estar también a uno de los animales que aún no se han nombrado pero que tiene un papel crucial, al menos en las primeras pantallas. No es otro que el águila, elemento que debemos dejar que en primera instancia nos atrape para coger la primera de las gemas que serán depositadas después en el templo.

Muy molestas son también las zonas donde los Ujiji tienen colocadas trampas en forma de agujero. Estas consisten en parapetos de madera en los que, si caemos dentro, tendremos que salir haciendo uso del boomerang. El impedimento para poder escapar son unas palancas que suelen estar colocadas en lugares altos, por lo que usando nuestro elemento arrojadizo podremos pulsarlo y abrir la puerta que impide que salgamos. Pero la dificultad no queda ahí, y es que si no andamos con cuidado, en este tipo de lugares siempre hay unos ojos acechando, que si entran en contacto con Stanley, perderá una vida.

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Por cierto, hablando de vidas ¿Cuál es el número de ellas en el juego? Pues nada menos que un total de 7, como las que tiene un gato. Y preguntaréis ¿Por qué tantas? Pues porque el título de Opera Soft es muy, muy difícil. Os puedo asegurar que os hará sudar tinta. Quizás sea su mayor inconveniente, puesto que para poder avanzar unas cuantas pantallas hay que ser muy hábil a los controles y tener mucha sangre fría.

En cuanto al apartado técnico, el videojuego de José Antonio Morales y Carlos A. Díaz de Castro se posiciona en un lugar de privilegio. Cierto es que este fue el primero de la compañía Opera, y aún quedaría margen de mejora en sus posteriores títulos, pero con este Livingstone, Supongo el listón quedó muy alto. Lo que más llama poderosamente la atención, aparte de sus cuidados gráficos, son los variados movimientos del personaje a la hora de usar los elementos útiles de su inventario. Ese fue, sin lugar a dudas, el gran secreto de su éxito, que unido a un argumento difícilmente superable, hizo de este arcade de plataformas uno de los más aclamados por la crítica. También sucedió así en otros países, que otorgaron al videojuego unas puntuaciones más que dignas con sietes y ochos entre sus calificaciones.

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Por otro lado, no se pueden obviar ciertas asperezas en cuanto al movimiento del personaje. En algunas ocasiones, sobre todo a la hora de acometer los saltos, Stanley se queda atorado en ciertos recovecos de los escenarios; con esto quiero decir que la colisión de objetos no estaba todo lo depurada que podría haberse esperado. Esto, unido a la frustración que podían crear ciertos momentos el que las águilas te devolvieran al inicio o la endiablada dificultad de algunas pantallas, podrían ser los obstáculos para que el juego no fuese tildado de obra maestra. Este fue el mal endémico de los títulos españoles, que sin embargo en Livingstone, Supongo no supuso un lastre para que el público lo acogiera de muy buena gana.

No olvidéis jugar con esta siempre interesante joya del software español. Contiene todos los elementos para pasar un rato de lo más divertido con el intrépido Stanley. Su final, por cierto, es de lo más original que se vio en la época, y si no sois tan competentes como para lograr tal hazaña, siempre están disponibles algunos vídeos en YouTube u otros servicios donde ver cómo otros lo han conseguido.

Puntuación: 8

Autor: Sebastián Tito Rodríguez

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