Review: American Horror Story 1×02 Home invasion

Continuamos con las reviews de American Horror Story, un gol que se ha marcado la FX para esta temporada seriéfila. Aquí, la review del episodio 1×02 “Home invasion“.

1x02 Home Invasion

Como pasará a ser costumbre durante toda la serie, los minutos previos al opening nos muestran asesinatos o hechos importantes que han ocurrido en la (maldita) casa en el pasado. En este caso viajamos hasta 1968. Dos jóvenes pasan la noche en casa después de que sus compañeras se hayan ido a un concierto de The Doors. Una llamada a la puerta, un hombre pidiendo ayuda con una herida en la cabeza… Así tenemos a nuestro asesino de la semana, que no dudará en ahogar en la bañera a una de ellas y acuchillar a la modosa María en el sofá.

Ya en la actualidad, continúan las sesiones de Tate y Ben. Los comentarios del joven acerca de Violet incomodan al psiquiatra, pero decide continuar con ellas. Una llamada de teléfono de Hayden trae la locura: tras el escarceo amoroso con ella, la joven causante de la crisis del matrimonio protagonistas está embarazada.

"I don't wanna bother you but I'm hurt."

Nos vamos acostumbrando a que de noche aquí siempre pasa algo, y tras comprobar que Tate se cuela de noche en el cuarto de Violet para observarla, la alarma suena alertando a la familia de una posible intrusión. Un golpe efectista sin duda, que sirve para comprobar que Addie (la querida vecina que a la mínima de cambio de advierte de que vas a morir) está en el sótano jugando con una pelota. Y no está sola, pero cómo no, esto lo reservan para desvelarlo más adelante (¿cuánta gente se cuela en esta casa?)

La consulta de Ben sigue aumentando en clientes, cada uno con perturbaciones distintas. En este caso se encargan de mostrarnos el caso de una joven que tiene pensamientos acerca de ser partida en dos al intentar salir de un ascensor. A la salida de la consulta, la paciente da un paseo por la casa para conocer un poco más su interior, pero Ben se encarga de enseñarle el camino hacia la calle.

¿Hay alguien ahí?

En un acto de bondad absoluta, Constance prepara unos deliciosos pasteles para Violet, aderezados con un jarabe que según nos hacen saber produce dolor de estómago y hemorragias internas. Todo un detallazo, vaya, que tendrá su protagonismo durante la ausencia de Ben, que ante la llamada de Hayden decide viajar a Boston para lidiar con el problema, dejando a su mujer y su hija solas tras inventarse una excusa laboral.

Y con esto comienza el grueso del episodio. Una chica herida llama a la puerta pidiendo ayuda, y Vivien rechaza ayudarla. Pero de algún modo, los tres extraños consiguen colarse en la casa para torturar a la ya maltrecha madre y a su hija. Con el fin de rememorar el crimen cometido en el 68, intentarán asesinar a Vivien y Violet de la misma manera que R. Franklin hiciera con Gladys y Maria.

Tras varios intentos de escapar, Tate aparece para susurrar a Violet que consiga que bajen al sótano. No será fácil, pero la anulación de una de los tres asaltantes tras comer el delicioso pastel de Constance (que por cierto, es la paciente de Ben comentada más arriba) hará fácil la tarea.

Trío de ases

Tate consigue cumplir su “falso” problema psicótico asestando varios hachazos que la dejarán como ella soñaba, casi partida en dos preciosas mitades. El final de los otros dos asaltantes no será muy diferente. Una vez llevados al sótano Tate les presenta a las auténticas Gladys y María, habitantes fantasmales de la casa que no dudan en acabar con los falsos imitadores de su asesino.

Y nada mejor para retirar los cuerpos de la escena del crimen que el equipo formado por Moira, Tate y Constance, y es que si algo queda claro, es que en esta casa hay mucha gente, todos esconden algo y muy probablemente lo sobrenatural sea la forma de vida de más de uno. Pero eso lo descubriremos más adelante, o no, ya que tras esta “home invasion” Vivien piensa que ya es momento de vender la casa y abandonar su pesadilla.