Juego de niños
Nota: 9
Llevamos dos semanas inmersos en el continente de Westeros y ya parece que conocemos a los Stark y a los Lannister de toda la vida. Es lo que tiene un ritmo argumental más acelerado que los chavales de A Todo Gas y que resume meses en la cronología de la historia en apenas 50 minutos (fijaros en el tamaño de los perros por ejemplo). Y lo mejor de todo es que lejos de resultar pesada, cada entrega de Juego de Tronos se hace terriblemente corta. Amenicemos la espera hasta el próximo lunes comentando este 1x02 Kingsroad y su cliffhanger final, que seguro traerá consecuencias para los Lannister.
Antes de nada, recapitulemos lo sucedido en este episodio. No tardamos mucho en descubrir que Bran, el curioso hijo de Ned, sigue vivo aunque malherido tras el ataque de la reina y su hermano. El chaval ha sobrevivido a la caida y se encuentra en coma, dificultando aún más si cabe la marcha de su padre hacia el sur. Y es que si al cabeza de los Stark le costaba dejar atrás a su familia para servir a su juramento, tras los últimos acontecimientos se ha convertido en la decisión más importante de su vida. Pero parece que el rey no le deja opción. Durante una amigable charla en el campo, el monarca le confiesa que es la única persona en la que confía para protegerle ante la guerra contra Drogo y los Targaryen que se avecina.
Pero ahí no acaban los problemas para el patriarca, ya que la reina no tarda en reaccionar y manda a un asesino para rematar a Bran, pero sin contar con la presencia de su madre y de su mascota, que oponen resistencia hasta terminar con la amenaza. Una acción demasiado descarada por parte de los Lannister y que Catelyn no tardará en relacionar con el desafortunado accidente de su hijo. La matriarca encuentra en la cueva donde los rubios mantenían su incestuoso encuentro un pelo rubio, una pista suficientemente cotundente como para implicar a la familia real y avisar al resto de sus hijos.
Pero ahí no termina todo. La juventud en Westeros está más que revolucionada y es ahora el príncipe Baratheon el que la lía petarda. Para impresionar a su futura reina, Sansa Stark, el joven realiza un corte en la mejilla del hijo del carnicero, que resulta ser el mejor amigo de otra de las hijas de Ned, la brabucona Arya. Ni corta ni perezosa, la pequeña la emprende a palos con el heredero al trono ante las estocadas de este hasta que su huargo le ataca provocando lo más parecido a un incidente internacional. Asustada, Arya se escapa hacia el bosque y aprovecha para obligar a su mascota a huir para evitar la ejecución.
No tardan en encontrarla, pero lo hacen los Lannister, que la llevan inmediatamente en presencia del rey para explicar lo sucedido. Ned irrumpe en escena nada más enterarse y desmuestra ser la única persona del reino capaz de hablarle al monarca como le plazca. Lo que, por otro lado, no parece hacer mucha gracia a la reina, que exige aunque sea la cabeza de otro huango, irónicamente el de Sansa, que había permanecido callada ante las mentiras de su prometido. Demostrando el profundo respeto que le tienen lo Stark a esa raza de lobos, es el propio señor de la casa el que se encarga de quitarle la vida al noble animal justo en el mismo momento en el que Bran abre los ojos. Final de episodio y cliffhanger de manual. Y todo en 51 minutos.
Una vez resumido lo más importante del argumento, tengo que decir que absolutamente todas las tramas que abre Juego de Tronos me parecen tremendamente interesantes, pero creo que flojea un poco la de Kahl Drogo y la princesa Targaryen. No sé si será por la total inexpresividad de Jason Momoa (esa escena de sexo donde parece un muñeco) o porque realmente se trata de un arco argumental muy limitado, pero lo cierto es que se trata de los únicos momentos del episodio donde el ritmo y la tensión sostenida decaen.
Por otro lado, cada vez disfruto más con todo lo concerniente al muro del norte, con su majestuosidad y peligro. Y más cuando recibe a un curioso visitante como ese pequeño monstruo que es Peter Dinklage, (que atesora un tremendo currículum a sus espaldas) acompañando al bastardo Snow símplemente para expandir sus conocimientros con la experiecia, porque como él mismo dice "es lo que se espera de mí: mi cabeza". Su trabajo dando vida al nihilista Tyrion es sencíllamente espectacular.
Aunque esta haya sido una entrega donde no hemos visto ni un ápice de acción, la tensión entre las familias que planteaba el piloto no solo se ha mantenido sino que ha aumentado con los conflictos planteados por la muchachada del reino. Escenas como la resolución de la pelea con el príncipe nos han enseñado que los poderosos hombres que dirigen el reino pueden llegar a ser tan cabezones e irracionales como sus propios hijos (al final, el rey accede a ejecutar al huargo de Sansa para terminar con el asunto), dejando patente que ante todo, Juego de Tronos es una serie sobre el choque entre las personalidades de las familias más importantes de su tiempo. En definitiva, un juego de niños, eso sí, no apto para el hijo de un carnicero.