Antes de que comenzara la quinta temporada de la serie 'The Walking Dead', todos los actores afirmaban que iba a ser la mejor hasta el momento, que los primeros capítulos estarían cargados de acción...
Y al margen de que la inmensa mayoría de estas declaraciones fueran parte de una gran campaña de marketing, tenían razón.
Por fin, tras la espera, llegó la nueva temporada y con ella el apoteosis.
Esa sensación de que ningún personaje está a salvo, está ahora más viva que nunca.
De nuevo, Robert Kirkman, nos muestra de una manera magistral un mundo que transforma a personas normales en auténticos psicópatas por medio de la terrible experiencia.
Los supervivientes de la terminal, se fían menos de los vivos que de los muertos. Aunque bien es cierto, que con los vivos hacen barbacoas y despensas.
Su comportamiento, que va a caballo entre la psicopatía y el canibalismo, se explica con los dos últimos minutos del episodio.
En este mundo de supervivencia, la gente buena ya no existe.
Lograr la amistad dentro de la supervivencia como ha conseguido el grupo de Rick es casi imposible, o tal vez no.
Tal vez sólo sea cuestión de voluntad, una voluntad diezmada en un mundo en que los muertos caminan y su único fin es acabar con los vivos.
O de confianza, una confianza que Rick pierde en Carol y que recupera cuando ésta salva no sólo su vida, si no la de todo el grupo.
Esperemos que los siguientes capítulos de la temporada no bajen el listón, ahora que sabemos, que no existe santuario.