Revista En Femenino

Revisión de la cuarentena con la matrona de la Seguridad Social

Por Clara Ingeniera @mamaingeniera

Tal y como os comenté, mi puerperio terminó el pasado domingo, por lo tanto, a principios de esta semana, tuve mi revisión de la cuarentena con una matrona de la Seguridad Social.

Más o menos sabía a lo que iba, pero la verdad, esperaba un poco más.

ginecólogo

Para ir a dicha visita, tuve que pedirle a mi suegra que me acompañase. Sabía que tendría que subirme al potro y si iba con Bichito en el carro (cosa que le gusta más bien poco) y se ponía a llorar, me pondría de los nervios.

Mi suegra mola bastante, así que de muy buena gana me acompañó y se quedó fuera con el peque (durmiendo, porque al final me lo tuve que poner en el fular).

Para empezar, la matrona me hizo varias preguntas sobre el parto. La fecha, el peso de Bichito, si se usó instrumental, etc. Después me preguntó que qué tal estaba.

Le dije que me habían recetado hierro durante tres meses por la pérdida de sangre (y consecuente bajada de hemoglobina) que sufrí en el parto, pero que había dejado de tomarlo, pues endurecía mis heces y eso había provocado que una hemorroide me estuviese molestando.

Su respuesta me sorprendió bastante porque me dijo que hacía bien, que total, subir la hemoglobina a costa de tener una hemorroide, ¿para qué? Que ya me iría recuperando si comía bien.

Después le quise hablar más de mi hemorroide (la Bernarda), pero su respuesta fue que “Así es la vida. Intenta no ir estreñida, pero las hemorroides están ahí.” Aunque la matrona era amable, no me gustó nada que apartase el tema, aunque cuando le dije que me sangraba cambió de tercio y me dijo que probablemente se tratase de una fisura anal.

Sea lo que sea, ella no me lo miró, así que me mandó una pomada específica y me quedé con la duda de si será una hemorroide o una fisura.

Me preguntó qué anticonceptivo quería usar a partir de ahora y le respondí que ninguno. Que mi hijo era de FIV y que si me quedaba embarazada gratis, eso que me llevaba. Lo dije en tono de broma, pero ella creo que no lo pilló…

Lo siguiente que tuve que hacer fue un test para medir si tengo depresión postparto. Las preguntas del test eran del tipo “¿Has pensado en hacerte daño a ti misma?”, y viendo las respuestas sabías lo que tenías que responder para tener peor o mejor nota. Mi resultado fue que no tengo depresión postparto, aunque si la tuviese, ¿más de cuarenta días no son muchos para esperar a detectarla?

Una vez terminado el test pasamos al potro, y ahí fue donde me cagué de miedo porque aunque yo me miro con espejo mis bajos, no me había atrevido a tocarme aún. Lo primero que hizo la matrona fue tocar mi episiotomía, y di un salto de dolor.

Me dijo que seguía estando muy sensible. Que a estas alturas debería estar mejor, así que debería seguir aplicándome una pomada cicatrizante.

Después introdujo sus dedos en mi vagina buscando la otra episiotomía (esto fue nuevo para mí, ¡no sabía que también había corte por dentro!) y cuando la encontró, dijo que estaba perfecta además de que no me dolía en absoluto.

Lo que hice a continuación bajo sus órdenes, fueron varios ejercicios de Kegel para comprobar el estado de mi suelo pélvico, y aunque yo me lo noto bastante fuerte, me dijo que estaba en un 2,5/5.

Me prescribió hacer ejercicios de Kegel cada día estando tumbada, relajada y concentrada, algo que con un bebé de casi dos meses resulta prácticamente imposible, pero haré todo lo que pueda.

Para terminar, le dije que me dolía mucho el hueso que comprendía toda la zona de mis bajos, exactamente, donde hubo hematoma. Su respuesta fue que lo mejor es que acudiese a un osteópata, ya que los partos instrumentalizados y las cesáreas así lo requieren, y los bebés nacidos así, también. Le pregunté el motivo y su respuesta fue rotunda: “pues porque han habido instrumentos, no ha sido natural”.

Con esa argumentación tan valiosa, me metí en el bolso una muestra de lubricante para relaciones sexuales que no sé dentro de cuantos años utilizaré (a no ser que mi episiotomía deje de doler, por ahí no entra ni Dios), y una receta de una pomada para lo que sea que tengo en mi ano. Me dijo que volviésemos a vernos dentro de dos meses, pero ni siquiera pedí la cita, pues pienso irme a mi ginecólogo privado que es especialista en suelo pélvico.

Desde entonces, solo pienso que ellos han destrozado mi vagina y ahora soy yo la que tiene que buscarse arreglo de forma privada. Ya podría haber en la SS un buen programa de recuperación de partos instrumentalizados y/o cesáreas. Pienso en eso, y en llamar al cirujano de Leticia Sabater para comprarme un chirri nuevo.

Y a vosotras, ¿cómo os fue la revisión de la cuarentena? ¿tan “útil” como la mía?


Volver a la Portada de Logo Paperblog