Revista En Femenino

Revocar la misoginia

Publicado el 09 noviembre 2012 por Daniela @lasdiosas
En los últimos tiempos, hemos sido testigos del tratamiento de algunos medios de comunicación a los casos en los que están implicadas mujeres, como es el de Rosario Ponce a quien parece no perdonársele el haber sobrevivido en condiciones tan duras en las que murió su novio. Si el hombre murió, cómo es que ella más “débil” vive, parece estar detrás de la persecución que se le ha hecho a esta chica, que no sólo ha roto los estereotipos de género por seguir con vida, sino que además enfrenta con altivez y casi insolencia los embates de la fiscal, del padre del chico, de la población influenciada por el cargamontón de los medios que lleva más de un año y que coloca al hombre, padre del chico, como el héroe incansable en búsqueda de justicia. Recientemente la fiscal María del Rosario Lozada, quien, según declaraciones de Rosario, habría dicho que buscaría a Ciro como si fuera su hijo y en ese afán habría sesgado su investigación a favor del padre de Ciro, abrió una nueva investigación colocando de nuevo el caso en los medios, de donde nunca salió del todo.
Que la mató porque tenía envidia del pene, según aparece en la sentencia de Abencia Meza, condenada a 30 años de prisión por supuestamente haber asesinado a su pareja, cosa que no ha sido probado en todos sus extremos. “Se establece un primer móvil pasional y se habla de una teoría bastante discutida de Sigmund Freud: la envidia del pene. Se supone que Abencia entra en cólera y decide matar a Alicia Delgado porque ella tiene una relación con el arpista (Miguel Salas), quien tiene algo que ella no tiene (un miembro viril), por eso decide matarla”,(1) comentó el abogado de la cantante en un programa de televisión, dejándonos perplejas frente a esta aseveración de la pericia sicológica, realizada por profesionales que parecen seguir viviendo en la época victoriana.
A 30 años de prisión también fue sentenciada Eva Bracamonte por el crimen de su madre, sin que se pudiera probar fehacientemente que ella cometió tal hecho. En este caso, también la jueza Carmen Choquehuanca habría pedido en algún momento una pericia sicológica y siquiátrica para determinar su comportamiento sexual y si éste la predisponía a cometer delitos. Lesbofobia, manifestada en las acciones de quienes son encargadas de impartir justicia en algunos casos y claros indicios de misoginia en otros, como el de Rosario Ponce. Es que la misoginia, esa expresión del odio a las mujeres y lo que representan, que las considera inferiores, incapaces, anormales, incompletas, monstruosas, las hermanas de Pandora y primas de las aborrecibles Arpías, es una de las expresiones de la ideología patriarcal que nutre nuestra sociedad y que se expresa en muchos frentes, casi sin que se note, se cuestione, se evidencie. La misoginia no es exclusiva de los hombres, sino también de muchas mujeres, vale señalar. Increpaciones como la del congresista Kenji Fujimori al presidente pasan piola y hasta generan risa de la platea. “Asuma liderazgo y hable con voz más clara y masculina,” le dijo en una de sus disertaciones en el Congreso, evidenciando la visión que tiene sobre lo femenino, sin autoridad por el hecho de ser mujer, siendo por tanto necesario que se levante la voz del hombre para hacer valer el orden establecido.
Es que el orden de género está tan enraizado en nuestras mentalidades que es muy difícil sustraerse a la construcción de lo femenino como inferior y devaluado, perpetuándose un orden jerárquico, injusto, que sólo abona al sufrimiento, a la violencia, a mantener las subordinaciones y a la quema de las mujeres que se comen la manzana, en las nuevas y modernas hogueras, imágenes que fomentan el tan antiguo pero tan vivo patriarcado.
Misoginia es lo que está detrás de esta férrea oposición a la aprobación del protocolo del aborto terapéutico, legal desde 1924, y que según el Plan de Igualdad de Género 2012-2017, se deja pendiente hasta el 2017, pues está encontrando resistencia en diferentes sectores, la mayoría dominados por hombres, quienes se arrogan las prerrogativas de controlar nuestros cuerpos, como si de sus territorios se trataran. Misoginia también es esperar que las mujeres seamos sumisas, devotas, reproductoras fieles de la especie, sometidas al poder masculino, servidoras devotas, hijas de María.
Por ello, cuando una mujer se sale de la norma, vale decir cuando protesta, quiere romper una relación violenta, ama diferente, o participa en espacios considerados naturalmente masculinos, se ve expuesta a diferentes formas de violencia, que van desde los golpes hasta el feminicidio. Así tenemos que en el país, según han denunciado varias organizaciones de mujeres, dos de cada cinco mujeres autoridades son víctimas de acoso y violencia política. El Centro de la Mujer Flora Tristán ha detectado 20 casos de agresión a mujeres autoridades a nivel nacional. Entre ellos están el de la regidora Ruth Paz, golpeada por el alcalde Guido Ayerbe de la provincia de Cotabambas en Apurimac (2) y el de Edita Laguna Zerpa, regidora de San Marcos agredida por un grupo de pobladores aliados del alcalde vacado en las mismas oficinas de la municipalidad. (3)
Esto forma de expresión de la violencia de género, que se manifiesta no sólo a nivel físico sino de otras formas más sutiles, como el obligar a las mujeres regidoras a limpiar los baños o servir el refrigerio porque esas son sus funciones como mujer, insultarlas para bajarles la autoestima, se llama acoso político, el cual es definido en la ley boliviana como el “acto o conjunto de actos de presión, persecución, hostigamiento o amenazas, cometidos por una persona o grupo de personas, directamente o a través de terceros, en contra de mujeres candidatas, electas, designadas o en ejercicio de la función político-pública o en contra de sus familias, con el propósito de acortar, suspender, impedir o restringir las funciones inherentes a su cargo, para inducirla u obligarla a que realice, en contra de su voluntad, una acción o incurra en una omisión, en el cumplimiento de sus funciones o en el ejercicio de sus derechos.” (4)
En los últimos acontecimientos en Lima relativos al pedido de revocatoria de la alcaldesa, hemos podido ver en los insultos que se le hacen a la alcaldesa claros indicios de misoginia colectiva, que tiene su más explícita expresión en un grupo de Facebook que se llama “Yo Tambien Di Mi Firma Para Q S Largue La Vieja Puta De Susana Villaran”, que por suerte no tiene muchos adeptos, pero que nos sirve para graficar cómo, en el caso de las mujeres, la invalidación que se les hace no es sobre su accionar en la gestión pública sino acusándola de ser algo que en la sociedad se considera lo abyecto, que nos remite no sólo al sexo por dinero, sino a la mala mujer. Esta expresión, acompañada además de “vieja”, término más usado en las redes por anónimos opositores, configura imágenes que nos remiten a lo no deseado socialmente, pues el desprecio que se cierne en la actualidad hacia las personas mayores va en crecimiento. Es de señalar que el término puta como expresión cargada de misoginia es el que se usa más comúnmente hacia las mujeres que participan en política u opinan, se salen de lo esperado para su género o reclaman sus derechos. Sandra Fluke, una estudiante de Washington, fue llamada puta por el locutor radiofónico ultraconservador Rush Limbaugh porque reclamaba cobertura sanitaria para la píldora del día después, en un testimonio presentado en el Congreso. “¡Es para vos, es para vos, Cristina puta, la puta que te parió!”, le gritaban a la presidenta Argentina en una manifestación. Puta es también llamada Hilary Clinton en las redes, igual que Michele Bachelet, y tengo la impresión de que ninguna mujer política se salva del calificativo.
En el caso de la alcaldesa Susana Villarán, desde el inicio de su mandato ha sido sujeta de expresiones misóginas y de acoso político por parte de un grupo de opositores que quieren impedir que su gobierno demuestre lo que las mujeres pueden hacer cuando existe compromiso y honestidad. Obviamente no se trata de que por ser mujer se escondan las incapacidades, sino de analizar cómo en este caso los ataques a la alcaldesa que han culminado en el pedido de revocatoria han sido parte de un plan de desestabilización que, si bien es claro responde a intereses políticos y económicos, se expresa también en la descalificación permanente, el intento de minar su poder de decisión, de evitar que pueda ganar espacio político en el futuro y con ella otras mujeres que quisieran participar en la acción política. Por ello, este proceso de revocatoria en Lima no constituye sólo una oportunidad de luchar para derrotar los intereses económicos y políticos que tienen los que están detrás de la revocatoria, sino también por aportar a la derrota de la misoginia individual y colectiva que impera en el país, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las salas de justicia, en la iglesia y en nuestras propias casas. Por Rosa Montalvo Reinoso Noticias Ser Perú
Notas:
1) Abogado de Abencia Meza: "Acusan a mi clienta con la teoría de la envidia del pene", Abre los ojos, 6 de noviembre del 2012. http://peru.com/entretenimiento/tv/abogado-abencia-meza-acusan-mi-client... 2) “Regidora fue golpeada por Alcalde. Ruth Paz denunció a Guido Ayerbe en la comisaria de Cotabambas – Apurimac” Diario Correo de Cuzco, 22 de febrero de 2012.http://grupoiniciativaanticorrupcionilo.blogspot.com/2012/02/regidora-fu... 3) “Después de la vacancia, agresiones y amenazas en San Marcos”, Primera Página Perú Noticias, 14 de septiembre del 2012.http://www.primerapaginaperu.com/article/ancash/6804/1/print/ 4) Ley contra el acoso y violencia política hacia las mujeres, Asamblea Legislativa Plurinacional, Volivia, Artículo 7a. http://constituyentesoberana.org/3/leyesdecretos/042012/190412_1.pdf

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