Hace unos años el software libre hizo una entrada triunfal en las escuelas. Una región rural y extrarradio, objetivo 1 de la Unión Europa, apostó fuerte para sacar el software propietario de las aulas, cambiando licencias de Microsoft por distribuciones basadas en software libre. Todo aquello tuvo su repercusión mediática y su rédito político. En unos momentos en los que aún no era habitual el uso de ordenadores -en España- , el que una administración autonómica periférica apostará por personalizar una distribución basada en Debian era una osadía. Una osadía que llevo al consejero de turno a aparecer en las páginas del New york Times.
Sin embargo, lo que pudo haber sido una opción de desarrollo interesante, se convirtió en una mastodóntica administración paralela, donde un ejercito de informáticos, asesores, confidentes o primos se acomodaron. Preocupante panorama en una región que, con poco más de un millón de habitantes, casi tuviera contratado tanto personal como la propia Microsoft, de cuyas garras pretendía escapar. Con bautismo tal, no había buenos visos a largo plazo. Lejos de aprovechar las ventajas de un sistema ya desarrollado, varias regiones españolas se lanzaron al barro y desarrollar sus propios sistemas, generando a su vez sendas administraciones paralelas. ¿ realmente sale más barato todo el presupuesto que se llevó linex que lo que costaban las licencias de Windows o fue más bien un quítate tú que llego yo? Peliaguda cuestión, teniendo en cuenta que había distribuciones directamente aplicables en el aula y que hubieran supuesto un ahorro verdadero. ¿Justificó el diseño de iconos y el cambio de nombre de algunas aplicaciones el aparataje que se formó a su alrededor?
Por proceder de Debian, la forja y difusión de estas distribuciones regionales debieron ser gratuitas en los portales dedicados a ello tal como lo es Debían, con un presupuesto mínimo y realizada por personal propio o la comunidad. De lo contrario, como ha pasado con Linex, un cambio de gobierno puede dejar el proyecto en la cuneta. Sin empresas concesionarias por medio, encontramos el proyecto Canaima (Venezuela). Se define como un "proyecto socio-tecnológico abierto, construido de forma colaborativa, centrado en el desarrollo de herramientas y modelos productivos basados en las Tecnologías de Información (TI) Libres de software y sistemas operativos cuyo objetivo es generar capacidades nacionales, desarrollo endógeno, apropiación y promoción del libre conocimiento, sin perder su motivo original: la construcción de una nación venezolana tecnológicamente preparada." Canaima esta vivo, linex muerto
El concepto software libre y de fuentes abiertas es yo hago, tú usas, con tu uso y cambios se mejora mi versión y tu versión la usa un tercero. El ejercito de programadores y administradores alrededor de Linex y subsiguientes forma un complejo entramado de modelos de negocio ofertas de soporte y múltiples servicios generaron una economía de servicio que se aleja de lo que pretendía revolucionar a priori. Modelo libre y modelo propietario son ecosistemas complementarios y que se "realimentan" entre ellos. Pero ¿debe la administración sufragar con impuestos el crecimiento de productos propietarios?
Alberto Ledo https://twitter.com/albertoledodiazAlfonso Vázquezwww.alfonsovazquez.com