En nuestro anterior artículo para el blog del CCCB Lab,
establecimos la necesidad de potenciar la figura de smartcitizens (ciudadanía
inteligente) frente al concepto de smart city (ciudad inteligente): ante la
lógica centralizadora, privativa y jerárquica de esta última, reivindicábamos
las características propias de la primera (la innovación, la inteligencia
ciudadana, la horizontalidad, la colaboración, el P2P y el copyleft) como
valores sobre los que deben sustentarse las transformaciones urbanas,
territoriales y sociales contemporáneas. Tras aquella primera incursión
teórica, nos ha parecido pertinente enfocar esta nueva entrega desde una
perspectiva más práctica, en la que trataremos de ahondar en la búsqueda de
ejemplos y propuestas concretas.
¿Cómo podemos desarrollar propuestas y procesos urbanos que
respondan a las actuales necesidades ciudadanas? Hoy más que nunca tenemos que
subvertir muchos preceptos y lógicas que han regido el devenir de las ciudades
y el urbanismo en los últimos años. Necesitamos plantear nuevos imaginarios en
torno a la construcción colectiva de la ciudad desde una perspectiva creativa.
Y aquí los valores que representan a la figura de smartcitizens y la cultura
digital van a desempeñar un papel crucial. Pero no a cualquier precio, ni de
cualquier manera. Como siempre, es importante atender a los para qué y a los
cómo, realizando una buena aproximación crítica a las nuevas fórmulas de
gestión e intervención en las ciudades, vinculándolas a la inteligencia
ciudadana, la innovación, la participación social y la cultura libre: tenemos
que construir unas bases sólidas que instalen este incipiente «neourbanismo» en
el terreno de la equidad, la cooperación y la cohesión territorial, así como en
el del compromiso social y ambiental.
En los últimos tiempos hemos sido testigos de la
construcción del mito de las smart cities (ciudades inteligentes) como
estandarte de la innovación urbana y las tecnologías digitales aplicadas a la
ciudad. Sin embargo, este posicionamiento no se ha producido tanto por una
capacidad transformadora que atienda a los valores que hemos enumerado más
arriba, como por los intereses y las campañas de mercadotecnia desplegadas por
las grandes multinacionales. Paralelamente o, más bien, como reacción a este
auge de las ciudades smart, ha surgido la figura de smartcitizens (ciudadanía
inteligente), que proclama el uso de la inteligencia ciudadana para resolver
problemáticas urbanas. Y es precisamente esta óptica la que está posibilitando
el desarrollo de estrategias colectivas que potencien el bien común y, por lo
tanto, una innovación urbana al servicio de los intereses de la ciudadanía.
Tal y como vimos reflejado en la
exposición Smartcitizens, la aplicación de la inteligencia ciudadana a la
intervención y gestión de la ciudad cuenta con una multiplicidad de
derivaciones y naturalezas de lo más prolijas. Sin embargo, en este texto nos
centraremos en aquellas que consideramos que responden a un enfoque innovador
de la transformación de las ciudades y que, por lo tanto, se circunscriben al
ámbito de la citada innovación urbana.
El urbanismo en la era digital
Hoy en día contamos con numerosos medios que nos permiten
compartir información valiosa entre los distintos agentes y sectores de nuestra
sociedad y, con ello, convertirnos en ciudadanos inteligentes, activos y
partícipes. Sin embargo, el esfuerzo que requiere la traslación de esta
oportunidad a un cambio de paradigma en el urbanismo y en la transformación de
la ciudad es todavía incipiente, y en algunos casos tiende a ser coartada por
parte de las esferas de poder y los ámbitos profesionales tradicionales.
Agotado el maná de las grandes inversiones públicas
dirigidas al desarrollo o la regeneración urbanas, el sector urbanístico se ha
estancado en una preocupante parálisis. Incapaces de adaptarse a las nuevas
lógicas y dinámicas sociourbanas que definen el cambio de época en el que
estamos inmersos, urbanistas y administraciones públicas permanecen agazapados
a la espera de que vuelvan los good old times. Mientras tanto la ciudad sigue
su curso, desarrollándose a través de otros agentes, otras disciplinas, otras
miradas.
Este vaciamiento de la práctica urbanística supone un arma
de doble filo para la ciudad. Por una parte, ha permitido incorporar nuevas
perspectivas disciplinares, evidenciando la necesidad de una cultura
transversal a la hora de acometer los proyectos y procesos urbanos. Pero por
otra, esta (¿auto?)exclusión de urbanistas de los espacios donde se están
generando las nuevas transformaciones urbanas resulta peligrosa en tanto que
las deja huérfanas de una visión integral de la ciudad —actuar de forma
sectorial y parcial puede generar efectos muy negativos e inesperados—, así
como de instrumentos, metodologías y conocimientos que las doten de mayor
consistencia y eficacia.
Innovación urbana: la vida más allá de la ortodoxia
urbanística
El páramo en el que se ha convertido la planificación urbana
hoy en día ha permitido la emergencia de prácticas urbanas provenientes de
otros sectores, lo cual está transformando la propia noción de urbanismo tal y
como lo habíamos conocido hasta ahora. Estas nuevas fórmulas de intervenir en
la ciudad y de desarrollar estrategias de innovación urbana son múltiples y
variadas, tal y como veremos a continuación.
Uno de los principales focos de innovación urbana son las
iniciativas promovidas por innovadores tecnológicos que están facilitando al
ciudadano acceder a información, tomar decisiones y organizarse colectivamente
con el objeto de hacer un uso más inteligente de la ciudad. Hoy en día contamos
con una ingente cantidad de aplicaciones y plataformas que visualizan y
facilitan compartir información sobre tu ciudad o barrio (Disqus, Livehood…), que ayudan al
ciudadano a tomar decisiones informadas (Mindmixer, Near Interaction…), o que permiten tener una posición
activa y emprendedora respecto al hábitat urbano (Urbapps, Social Lab…).
Lejos de limitarse a fomentar un uso inteligente de las
ciudades, este tipo de iniciativas también están siendo capaces de introducir
mejoras en ellas. Tal es el caso de la plataforma digital peruana Datea, que consiguió modificar el
trazado de una línea de transporte público de Lima (El Metropolitano), gracias
a los reportes y problemas que detectaban las personas que participaban en
ella.
Otro de los campos más relevantes en el impulso de la
innovación urbana actualmente es el de las industrias culturales y creativas
(ICC). La convergencia en el interés por la cultura libre y la ciudad como
áreas de investigación y experimentación es la que ha permitido a este sector
dar respuesta a ese «mientras tanto» en el que nos encontramos. Probablemente
uno de los ejemplos que mejor refleje esta idea sea ZAWP
(Zorrotzaurre Art Work in Progress), un proyecto que plantea la recuperación de
patrimonio industrial vacío de la península de Zorrotzaurre (Bilbao) a través
de actividades creativas y programas culturales, planteando así un modelo
urbano alternativo al del plan especial proyectado por Zaha Hadid para esa
zona. Su escala de actuación lo convierte en uno de los ejemplos más completos
de innovación urbana, como también lo es el programa Esto no es un
Solar en Zaragoza, destinado a dotar de uso a solares de la ciudad a través
de un proceso de decisión colaborativa y empleando a trabajadores en paro. Del
mismo modo existen casos igual de interesantes pero de menor envergadura como LaFábrika-detodalavida
en Extremadura o Jazar
en Pamplona. Todas estas iniciativas están poniendo en jaque las formas
clásicas de hacer ciudad a través de la creatividad, el emprendimiento
comunitario y la lógica P2P (peer-to-peer).
Otra de las derivaciones más interesantes desde las que está
brotando la innovación urbana asociada a las ICC son los denominados
Laboratorios Ciudadanos, espacios herederos de la lógica de los Living Labs
que se conciben como entornos de aprendizaje, divulgación, experimentación y
creación colectiva y colaborativa. Aunque su campo de acción no sea
estrictamente la ciudad, muchos de ellos acogen y promueven iniciativas con un
fuerte carácter urbano. Tal es el caso de MediaLab Prado e Intermediae en Madrid, dos espacios que, a través de su
relación con colectivos de arquitectura, están aportando la infraestructura
necesaria para el desarrollo de proyectos de intervención urbana. En esta misma
línea, también conviene destacar el trabajo que han comenzado a desarrollar en Hirikilabs, el
laboratorio ciudadano impulsado por Tabakalera en Donostia, así como el proceso para la creación de un Laboratorio Urbano Abierto
(#OpenUrbanLab)
que Paisaje Transversal hemos desarrollado en Zaragoza a través de Etopia. Centro de
Arte y Tecnología y el programa Zaragoza
Activa. La proliferación de este tipo de espacios se ve reforzada por un
contexto internacional propicio: desde julio el proyecto Ciudadanía 2.0 de la
Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), en colaboración con el Programa de Participación
Ciudadana de Presidencia de Panamá, la Secretaría de Cultura de la Prefeitura de São Paulo, la AECID, la Fundación Unidos en Red
y el Banco de Desarrollo de América Latina CAF, comenzó a impulsar el proceso Innovación Ciudadana.
Entre sus objetivos se encuentra desarrollar un documento colaborativo para la
creación de Laboratorios Ciudadanos en los distintos países de la región.
Todos estos elementos nos permiten dibujar un nuevo
escenario desde el que empezar a construir colectivamente un futuro alternativo
para la toma de decisiones y transformación de las ciudades. Y ahí, la
colaboración y sinergias entre sectores profesionales y agentes que operan en
el territorio (stakeholders) van a ser claves: solo a través de la inteligencia
colectiva, la participación social, la innovación y la creatividad, el
emprendimiento, el potencial de las herramientas digitales y las TIC, la
ecología, la sostenibilidad y un enfoque transdisciplinar conseguiremos
consolidar la revolución urbana del siglo XXI.
* Este artículo es una versión revisada y adaptada de «Revolucion Urbana 4.0», publicado originalmente en el blog del CCCB Lab.
Créditos de las imágenes:
Imágen 01: Fotografía aérea de St. Louis, Missouri, U.S.A. 3 de marzo de 1968. (fuente: http://en.wikipedia.org)
Imágen 02: Sensordrone es un dispositivo sensor múltiple que se comunica con los
teléfonos inteligentes con Bluetooth. (fuente: http://smartcitizens.cc/)
Imágen 03: Zona Franca Zorrotzaurre: Udaberri ZAWP 2013. (fuente: https://www.flickr.com/photos/zawp)
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