Cuando nos hablan de revolución, siempre pensamos, en éstas como procesos violentos, de desorden y caos. No siempre ha de ser así, también ha existido alguna pacífica pero por desgracia las que menos.
El problema de las revoluciones violentas es que el fin no justifica los medios y aunque muchas hayan estado más que justificadas, el uso de la violencia para cambiar de forma radical, abrupta y sin un proceso de maduración por parte de toda o la gran mayoría de la sociedad lo que implica es son estado extremos tanto en la situación previa a la revolución o en una nueva situación peor a la que ya estaba.
Seguir leyendo en LiberalSpain