Pequeña fábula personal pero que puede aplicarse a mucho revolucionario de salón o neorevolucionario tardío. Aunque es una parodia, no deja de tener cierto fundamento en la realidad.
Una de las cosas que más perplejo me dejan son los neorevolucionarios de recien despertar. Personas, algunas de las cuales descubrieron en el 15M que existían manifestaciones, que no participaron en las huelgas (por ser formas burguesas e institucionales de canalizar el conflicto y que no producen cambios) o que participaron casi a punta de pistola presionados por sus compañeros y que denostan las formas de organización, clásicas o no, que conlleve más de 3 meses de dedicación.
La última conversación que he tenido con un neorevolucionario fue en una cena. Sus palabras textuales eran “deberíamos hacer la revolución” seguido de un “he cambiado de actitud, ahora voy a las manifestaciones”. Todo ello puede ser muy loable, la indignación de que las cosas no van bien y desear cambiarlas es bueno, el que te sumes ahora a mecanismos de lucha social que muchos ya llevamos utilizando desde que tenemos uso de razón, también. Bienvenido seas. Pero lo que no entiendo es la segunda parte:
“Nadie ha hecho nada para luchar contra lo que está pasando y hemos de tomar las calles y revolucionarnos”.
Eh.. bienvenido a la lucha social y al compromiso social y al activismo. Pero, por favor, no eres el primero en pisar la calle, y hay gente que desde diversas formas de entender el activismo social llevamos décadas luchando. Algunas veces equivocados, otras no, algunos desde las instituciones, otras desde los movimientos sociales, algunos con patas en todos lados. Eso se ha hecho a costa de nuestro tiempo, energías, economía y vida social. Así que por favor no denostes el trabajo hecho hasta ahora.
Tampoco cuela que se llame a la revolución en una cena de a 40€ el cubierto, y gastándote en una noche lo que viene a ser el equivalente a lo que cobran algunos parados para sobrevivir una semana. Puede que 40€ no parezca mucho pero es más de lo que gana un parado en un día si tiene el 100% de desempleo y percibe la cuantía máxima, o lo que gana en 10 días un prestacionista de los famosos 400€. Tampoco cuela que hables en “nombre del pueblo” cuando estás dos sigmas por encima del salario medio y vives como si tu puesto de trabajo no corriera riesgo. Cuando tu interés “de clase” (varón, más de 30 años y menos de 45, con formación técnica y trabajando para una gran empresa en un puesto de tu categoría, emparejado y los ambos trabajando, con una hipoteca bastante avanzada, con un vehículo de gama media-alta) posiblemente no coincida con el interés “de clase” de quienes lo están pasando peor. Cuando tu interés “de clase” pueda que sea que no te suban los impuestos, o que el wassap tenga un coste cero (o al menos es lo que me demuestras por los ítems que parecen preocuparte), estoy seguro que no coincide con los que hoy rezan para que la empresa en la que curran no se vaya al garete, el empresario que está en la ruina o el parado que lleva más de 6 meses sin encontrar trabajo.
¿Y aún te preguntas porqué no hay una revolución en la calle cenando a 40€ el cubierto? Está claro que la revolución no te va a terminar favoreciendo, así que no la pidas. Tal vez los que practicamos el más pragmático reformismo que en esta época se llama “intentar oponer algo de resistencia a lo que nos venden como inexorables leyes del mercado y conseguir pequeños pactos o victorias parciales” sea lo que más te interese. Porqué es posible que cuando despierte la clase de los excluidos (jóvenes que no tienen ninguna esperanza de recuperar su espacio en el mercado laboral, parados seniors de larga duración, familias que pasan por los comedores sociales, niños que solo es la comida de la escuela las que le garantiza una comida de calidad al día), tú y yo seamos quemados en la misma hoguera.
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