Farruco Sesto
Nosotros, revolucionarios de este tiempo, hijos de Chávez y comprometidos seguidores de Nicolás Maduro y de la Dirección Político-Militar de la Revolución Bolivariana, vemos hacia delante con confianza. Incluso con una mirada que nos trasciende y llega más allá.
Pues el tiempo y la historia juegan a nuestro favor. En todas partes y, desde luego, también aquí.
Por un lado la decadencia generalizada del capitalismo, que rueda cuesta abajo sin remedio, constituye una realidad prácticamente irreversible. Por más que amenace, conspire contra los pueblos, espíe y manipule sin rubor alguno y monte sus escenarios terroristas de chantaje y conflicto, en algún punto del camino se le acabará la cuerda.
Ya el capitalismo no da más de sí. Salvo que termine actuando como un Kamikaze en un ataque autodestructivo de alcance universal (que no está descartado) el hecho es que, más temprano que tarde, la humanidad asistirá regocijada a su final, el final de un sistema tan cruel y perverso como estúpido.
Por otra parte y en paralelo, cada día que pasa, aumenta la conciencia de los pueblos. Aquí y allá, en todas partes, surge una multitud de episodios, a veces individuales, a veces colectivos, que van demostrando que la opinión mundial, es decir la conciencia de las multitudes, va haciéndose cada vez más lúcida y cada vez más libre.
En el caso de América Latina y el Caribe es innegable que la relación constructiva de los movimientos sociales con sus gobiernos progresistas, en algunos casos revolucionarios, ha venido dibujando un panorama que para nada se parece al pasado.
Sinceramente creo que hay razones para pensar que, más allá de las amenazas omnipresentes del imperio, este es el mejor momento de nuestra Patria Grande desde la época de la Independencia.
Y esto es más claro todavía en el caso particular de Venezuela. Aquí vivió Hugo Chávez. Aquí pensó, aquí actuó, aquí dejó su herencia inagotable.
Más allá de las conspiraciones fascistas de la burguesía amarilla y sus aliados internacionales, aquí hay un pueblo que más nunca se va a dejar arrebatar lo conquistado.
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