Antes de nada me gustaría admitir que no comulgo con Abrams. Ni me gustó Lost (esa última temporada le quitó cualquier tipo de credibilidad a la serie); ni pude aguantar dos capítulos seguidos de Undervovers; Alcatraz me pareció una estafa; Alias aún no he tenido la oportunidad de verla; y sigo sin encontrarle la gracia a los desorbitados ojos de Michael Emerson en Persons of Interest. Quizás por ello Revolution lo esperaba como otro bluf más dentro de mi parrilla. Una de tantas series post apocalípticas que llenan nuestras pantallas en una plaga de títulos que no parece tener fin. Aunque ahora le sigue muy de cerca el de las adaptaciones literarias, algo es algo. Lo cierto es que tras ver el piloto filtrado de Revolution (todavía habrá cadenas que digan que las filtraciones no existen que son los padres), no ha terminado de desagradarme del todo. Como Terra Nova, Flashforward o The Walking Dead, Revolution nos ubica en un mundo completamente desolado y caótico, que debe reinventarse y volver a la edad de piedra tras un extraño apagón global que deja a la tierra sin energía. Entre los supervivientes que aún quedan en pie, destaca la familia de Ben Matheson, un amable granjero (no hay más que ver la cara de felicidad que pone el muchacho cuando sale de su casa) que ve perturbada su paz al recibir la visita del capitán Neville, un malvado general de la milicia que quiere llevarse a Ben y a su hermano Miles. Como ninguno de ambos bandos están dispuestos a irse con las manos vacías, empieza una afanosa lucha a ballestazos que termina con el rapto de Danny, el hijo pequeño de Ben y la propia muerte del patriarca de la familia.
Hasta aquí, todo el pescado vendido. Pero lo mejor de Revolution no es la historia, más allá de su originalidad o no, sino su puesta en escena. La magnífica fotografía de un Abrams que no sabe hacer otra cosa. Pecó de efectos especiales en Flashforward, y vuelve a estirar el concepto de nuevo con Revolution. Pero no importa, la causa justifica los medios. Y en este caso no es otra cosa que entrener al espectador, si, pero sin dejar de lado esos macguffins que tanto ponen cachondo a Abrams y su trupe de guionistas; las cajas misteriosas. Y para más inri, nos colocan una nada más empezar. ¿Qué diablos es el chisme ese en forma de huevo cósmico que Ben saca del ordenador? Pues ni más ni menos que un artefacto de lo más últi, cuya función se desvela al final del piloto. Algo más previsible que la muerte de la madre Bambi, pero que enlaza bastante con la filosofía de Abrams de ceñirse a su estilo y no salir de ahí. Parafraseando al ya difunto Gregory House; “Es mi rollo y me ciño a él”. Y no es para menos. Si por algo ha triunfado el bueno de JJ, además de por ser más pesado que la madre que lo parió, es por arriesgar en su campo y seguir apostando por las ideas inconclusas. Y en realidad, por mucho que me cueste admitirlo, es necesario gente como él. Sino acabaríamos siempre relegándonos a lo mismo y de esa manera la industria televisiva no evolucionaría. Quizás por ello Revolution llega en una época que le va como anillo al dedo; tras el fiasco de Terra Nova y de Falling Skies, la nueva serie de la NBC lo tiene todo para triunfar, en tanto que consigue asentar unas expectativas mucho más realistas y asequibles. Eso no quita que el producto de Eric Kripke tenga taras, y no pocas precisamente, pero dentro de lo que queda por venir, tendremos que agarrarnos a él como un clavo ardiendo.
Y no me importaría agarrarme con fuerza a Giancarlo Esposito. El danés, que viene de realizar un cameo en Community y de pulirse a medio cártel en Breaking Bad, vuelve a dejar claro por qué es uno de los actores del momento y se alza entre el resto de reparto como el personaje idílico que todo guionista querría tener entre sus páginas del Celtx. Sea como fuere, tampoco es difícil destacar entre un grupo de actores mediocres (incluso Elizabeth Mitchell vapulea el concepto actuar y eso que aparece menos de cinco minutos en pantalla), que parecen estar actuando en una obra de barrio para sus obstinadas abuelas de mesa camilla. Pero no importa, tienen buena planta y ya sirven para cumplir su propósito, caer bien al espectador. Sobretodo Charlie Matheson (interpretada por Tracy Spiridakos), la hija de Ben Matheson que se carga sobre sus hombros la misión de rescatar a su hermano después de la muerte de todos los miembros de su familia. Tras ella Aaron (Zak Orth), un empleado de Google venido a menos tras el apagón y Maggie (Anna Lise Phillips), una joven hecha a sí misma que no duda en utilizar la fuerza cuando es necesario y que bien podría recordarnos a Kate. Como vemos, los estereotipos dentro de la serie de Abrams y Kripke quedan señalados en todo momento. No hay lugar a duda. Lo que no termino de ver claro es que pinta Esposito entre tanto maniquí de los almacenes Sepu. Sinceramente, no considero que una serie de acción tenga que cuidar en exceso el nivel del elenco que la compone, pero hay momentos en que las actuaciones de Tracy Spiridakos o Billy Burke rozan la vergüenza ajena. Sin dejar de lado la lucha final, catana y ballesta en mano, entre éste y los secuaces de Neville que bien podría pasar por una toma falsa de Power Rangers Wild Force. Sobretodo los magníficos efectos especiales de aquellos que reciben disparos o flechas, con esa propulsión acelerada que Pablo Puyol pudo experimentar en The El Escorial Conspiracy, todo muy realista por cierto.
Sea como fuere, Revolution es el producto perfecto para la NBC. No resulta odioso y puede convertirse en un auéntico hype para un determinado sector del público, ávido por recuperar las historias palomiteras y las series con buenas dosis de acción. Para el resto, entre los que me incluyo, el piloto ha pasado sin pena ni gloria y nos nos extrañaría nada que terminara pasando el corte de finales de año. Como siempre, habrá que esperar a los ratings de su estreno (previsto para el 17 de septiembre) para esperar la reacción de la cadena. No obstante, y tomando como referente la actual parrilla que se nos viene encima con el inicio de temporada, tocará echarle el ojo de vez en cuando al transcurso de la trama y la resolución de los macguffins que ha presentado Abrams, hasta la fecha, bastante ínfimos para recalcar las posibilidades de Revolution. De momento, los neófitos de Abrams ya se frotan las manos con el esperado comeback de su ídolo y desearán que las ideas del de Nueva York tengan cafeína para rato.
Lo mejor: Giancarlo Esposito.
Lo peor: las constantes reiteraciones de Abrams y unas premisas flojas.
Tiene una retirada a: Terra Nova, Falling Skies, Flashforward y Jericho.
Primera impresión: 5,9/10