Una de las mejores sensaciones que se pueden tener en un cine es sentarte a ver una película de la que no esperas nada y quedar maravillado. Eso es lo que me ha sucedido con Rey Arturo: La leyenda de excalibur (King Arthur: Legend of the sword). Resulta que las opiniones que está recibiendo la última producción de Guy Ritchie están siendo demoledoras, cosa que me demuestra a las claras que hay que hacer poco caso a las críticas (e incluyo la mía) y que cada persona tiene gustos tan subjetivos como diferentes (o no) del resto. Así que paso a explicar por qué a mí me ha encantado esta película.
Lo primero que hay que decir es que hay que olvidarse de cualquier mínimo rigor histórico e incluso de los propios relatos artúricos, ya que Guy Ritchie reinventa su mitología en una versión con puntos en común y otros que se alejan del cánon. Con esto en mente, «Rey Arturo» puede verse casi como una más de las películas de superhéroes que se hacen hoy en día, pero con el estilo propio del director inglés. Me encanta que Ritchie se mantenga fiel a sus principios como cineasta e impregne a la película de su personalidad. Esto implica que si no eres muy amigo de este estilo, probablemente salgas decepcionado. En cambio, si entras en el juego, podrás disfrutar de una película de acción trepidante como pocas gracias a su adrenalítico desarrollo.
De modo parecido a como ya hiciera en Operación U.N.C.L.E. (2015), Guy Ritchie muestra las secuencias de acción de manera resumida o en elipsis. Muchas veces veremos secuencias intercaladas en las que, por una parte, los protagonistas nos cuentan lo que va a pasar, y por otra se nos van enseñando esas acciones. Este recurso alcanza su mayor esplendor en el viaje de Arturo a las "Dark lands", momento que sería el tramo central de cualquier otra película y que el realizador británico despacha en unos segundos. Podría parecer que esto le resta interés a la película, pero para mi gusto se convierte en un recurso original y que le da una gracia especial al asunto.
Hablando de gracia, el humor también tiene una importante presencia en «Rey Arturo», de nuevo muy en el estilo de Ritchie y enfatizando lo tremendamente inglesa que resulta la película.Hay que hacer una mención especial a la banda sonora creada por Daniel Pemberton, ya que es un complemento perfecto que hace que la acción se multiplique, con un efecto vibrante para el espectador.
Dentro del extenso reparto, Charlie Hunnam da el pego como un Arturo made in Ritchie, y se ve perfectamente rodeado por un buen plantel de secundarios como Aidan Gillen, Djimon Hounsou, Astrid Bergès-Frisbey o Neil Maskell. No creo que pueda considerarse como una revelación, pero me encanta el villano que compone Jude Law. Su Vortigern es un malvado con carisma, entidad y que, por alguna razón, me recordó por momentos al personaje de cómic Kid Miracleman tal y como nos lo expuso Alan Moore.
Hay alguna cosita que no me convence, como los momentos en que aparecen las criaturas más fantásticas. Pero por fortuna, esto ocupa muy poquito metraje. En conjunto, me quedo con la impresión de haber disfrutado como un enano en el cine, cosa que hace mucho tiempo que no me sucedía. Concluyo queriendo abundar en mi habitual consejo de no hacer caso a las críticas y valorar siempre las películas una vez vistas, no antes. «Rey Arturo» es un gran ejemplo para esto, ya que considero que brilla en su género (y más en un 2017 que está resultando especialmente flojo) por encima de muchas otras producciones que tienen mejor prensa. Por mi parte, no se la pierdan.
Mi nota: 8