Rey viajante

Suele olvidarse que el Rey Juan Carlos es el mejor viajante que tienen España y sus empresas, y sólo se analizan superficialmente algunas de sus salidas, como a Botsuana o a la reciente constitución de la Alianza del Pacífico, formada por Colombia, Chile, México y Perú.

Se informó que su presencia Chile sirvió para que los mandatarios de los cuatro países anunciaran, como antes la presidenta brasileña, su asistencia este año a la Cumbre Iberoamericana de Cádiz, quizás la última del formato anual actual.

Pero, más importante, le permitió recordar que el Pacífico lo descubrió en 1513 el extremeño Vasco Núñez de Balboa, y que el gran comercio durante siglos en ese océano lo hacía el Galeón de Acapulco entre México y Filipinas, perdidas por España en 1898.

EE.UU. ha anunciado que destinará sus principales flotas militares a ese océano porque los ejes económicos pasaron de Europa-América a América-Asia.

España quiere volver a estar presente en ese océano comercial: los fundadores de la Alianza del Pacífico representan ya el 35 por ciento del PIB iberoamericano, y son los de mayor prosperidad del continente, junto con Brasil, EE.UU. y Canadá.

Del penúltimo viaje del Rey viene a la mente el del safari de elefantes en Botsuana, su fractura de cadera, y la presencia de una princesa alemana como ayudante.

Los elefantes en Botsuana no están en extinción sino en expansión, y se regulan con la caza, al contrario de lo que ocurre en países al norte, donde están extinguiéndose.

Pero el Rey llegó allí desde Kuwait y Qatar, donde negoció sustanciosos contratos, con ayuda de la germana, como hiciera antes al vender para empresas españolas los trenes de alta velocidad La Meca-Medina.

Este Rey es un viajante como los de Julio Camba en “Playas, ciudades y montañas”.

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SALAS