Asombra la letanía que genera el rezo colectivo, ya sea por la capacidad de convocar gente, a la fuerza de la repetición o por un estado semejante al trance, al ensueño que sumerge a los oradores.
La curiosidad lleva a participar, pero jugando a observarlo todo desde afuera. Fascina la combinatoria y la repetición de los misterios asociados a la vida del mesías.
Esa memoria oral marca de forma radical, surge de la escucha de esos ritos privados capaces capaces de afinar los oídos...