Revista Filosofía
¡Gracias! Matthew Lipman y Ann Sharp
César Ricardo Luque Santana
En el convulsionado año de 2010 que recién acaba de concluir, que fue asimismo el año de celebración oficial del bicentenario de la independencia y del centenario de la revolución mexicana, Nayarit -y en particular Tepic- vivieron el año más violento de que se tenga memoria con más de 380 asesinados por supuestos enfrentamientos entre bandas criminales o entre éstas y las fuerzas del orden. En ese año aciago murieron también grandes intelectuales como José Saramago, Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor, Bolívar Echeverría, Alí Chumacero y otros, que nos dejaron un legado cultural inconmensurable. Más cercanos a nosotros físicamente, también dejaron de existir varios contertulios del Café Diligencias como el escritor Héctor Gamboa, nuestro querido amigo el maestro Juan José Ley Mitre, entre otros. Y ya, para cerrar el año, nos enteramos con consternación de la muerte del filósofo estadounidense Matthew Lipman, creador del programa pedagógico de “Filosofía para Niños”, y cabe mencionar a propósito de este lamentable acaecimiento, el sensible fallecimiento en ese mismo año –a principios de julio- de su leal y brillante colaboradora Ann Sharp, fallecida en San Cristóbal Las Casas, en el estado de Chiapas, México, donde ella radicaba, quien no sólo ayudó a popularizar el proyecto de “Filosofía para Niños” a través de un intenso y fructífero trabajo de la formación de docentes, sino que también lo enriqueció de manera notable.
La propuesta de “Filosofía para Niños” de Lipman se gestó a finales de los 60 como parte de una búsqueda personal por encontrar una alternativa pedagógica a la enseñanza de la filosofía que la hiciera más atractiva a los estudiantes. Su propia experiencia como profesor le permitió darse cuenta de que los estudiantes que tomaban su clase no se interesaban suficientemente por la filosofía sino que muchos la encontraban aburrida, pues sentían lo tratado en las clases como distantes de sus preocupaciones vitales. El reto era entonces transformar la enseñanza de la filosofía en una necesidad valiosa para los estudiantes haciendo de ésta una experiencia gozosa de aprendizaje significativo.
El programa educativo propuesto por Lipman se fue puliendo gradualmente, pero sus objetivos siguen siendo los mismos que originalmente él se trazó: mejorar la capacidad de razonamiento de los alumnos, estimular su creatividad, proporcionarles un crecimiento espiritual y una dimensión ética, así como desarrollar en ellos una capacidad para encontrar o construir un horizonte de sentido a su propia existencia.
Su instrumentalización dirigida a los niños y jóvenes busca acercarlos al filosofar a través de novelas elaboradas ex profeso para incentivar su curiosidad mediante un sano escepticismo, aprendiendo a hacerse preguntas importantes y ofrecer por sí mismo respuestas racionales plausibles, a través del diálogo constructivo y respetuoso de una comunidad de aprendizaje donde todos aprenden de todos pero cada uno piensa por sí mismo. “Filosofía para Niños”, pretende alentar la reflexión para potenciar la capacidad de pensar críticamente, poniendo en práctica determinadas habilidades y hábitos, tanto para saber analizar las ideas de otros y saber fundamentar las propias, como para aprender a debatir civilizadamente ejerciendo la tolerancia entendida ésta como el derecho de todos a decir lo que piensan con franqueza sin hacer concesiones en los argumentos, asumiendo una actitud antidogmática y por ende abierta a ser persuadido mediante buenas razones.
El desarrollo actual del sistema de Lipman ha madurado y se ha consolidado generando una literatura específica para cada nivel de aprendizaje, así como métodos operativos especiales de acuerdo a los objetivos específicos de cada nivel, todo ello dentro de un proceso de formación intelectual de largo aliento. Así por ejemplo, en principio se estimula la convivencia social en la pluralidad, después se enfoca al desarrollo del lenguaje, luego a saber razonar o analizar, enseguida a saber hacerse preguntas significativas y paralelamente a saber construir argumentos con bases y con lógica, etc. Es decir, hay un ascenso gradual hacia la construcción de un pensamiento complejo donde se procura descubrir por sí mismo el sentido de las cosas, en vez de ejercer una memorización mecánica de ellas. En Iberoamérica se sabido adaptar las historias utilizadas en este programa y se realizan nuevas búsquedas para enriquecer la propuesta y adaptarla a nuestro contexto cultural.
En cuanto a Ann Sharp, decíamos al inicio de este escrito, que no sólo fue una colaboradora eficiente sino que brilló con luz propia por su labor de formar a muchos educadores en todo el mundo (especialmente en Iberoamérica) en torno al programa de “Filosofía para Niños”, sino que a decir del filósofo español Félix García Moriyón, uno de los más importantes promotores de este proyecto en España y Latinoamérica, ella prácticamente diseño el método de formación de profesores sin el cual dicho proyecto no hubiera prosperado del modo que lo ha hecho.
Tanto Matthew Lipman como Ann Sharp han realizado una enorme contribución a la educación filosófica desde una etapa de estimulación temprana, sembrando semillas por doquier que hoy son frutos maduros que no sólo habrán de continuar la labor iniciada y desarrollada por ambos, sino que la están expandiendo y afinando de manera significativa, e incluso, algunos están buscando una alternativa denominada “Filosofía con Niños” con base en otros referentes filosóficos que agudicen todavía más el pensamiento crítico.
Por último, a los interesados en esta temática, los remito a una entrevista por Radio UAN que realicé el día 23 de junio del 2010 a la Lic. Lidia Alduenda sobre este tópico el en el programa radiofónico de la carrera de filosofía de la UAN llamado “Filosofía para Todos”, cuyas emisiones grabadas se pueden escuchar y bajar en el blog: http://filosofiaparatodos-uan.blogspot.com/ o bien a través de mis blogs Hetairos o Sapere Aude. ¡Feliz año nuevo!