Revista Mundo vegetal
Pizarra. Así me ha parecido siempre el colorido de la rosa 'Cardinal de Richelieu' (Parmentier, ante 1847). Es absurdo, porque no es gris...tampoco es rosa, ni roja, ni magenta...ni tampoco es uniforme año a año...colorea más o menos intensamente a capricho. Es un claro reflejo de lo que hace el suelo galaico sobre el color de las flores que se dejan manipular hasta el extremo, como las hortensias, o algunas camellias, otras rosas gallica...
Este año no es de los más subidos de tono, y ha sido más tempranera que de costumbre. La forma de la flor es una roseta despeinada, que suele mostrar botón central. Es una esfera cuando está completamente desplegada. El reverso de los pétalos siempre es más claro.
Mi arbusto está en sus raíces, es un esqueje del de Josep, que podéis ver aquí, donde comenta las visicitudes sobre el obtentor. No lo riego. No lo abono. No lo fumigo. Florece, recorto y hasta el año siguiente. Sí lo cuidé bastante en el momento en el que estaba recién plantado. Pero, los rosales gallica son muy rústicos y resistentes, en todos los sentidos. Tienen raíces largas y profundas, que 'corren' y emergen quizás a un metro o más de la mata. Esto puede suponer un problema, aunque no todas las variedades brotan con la misma intensidad desde la raíz. Por si las dudas, quien tenga un jardín pequeño, debería plantar este tipo de rosales injertados.
Destaca tanto por lo peculiar de su color, que rara vez me paro a olerlo, y eso que tiene buen aroma. El típico de las gallica. El follaje es mate, algo rojizo al brotar. Es una de las rosas más conocidas del belga Parmentier.
Fue otro belga, Philippe de Champaigne, quien retrató más veces al genuino, al cardenal Richelieu de carne y hueso, me gusta especialmente este retrato que se conserva en la Chancellerie des Universités de Paris:
La biografía de Richelieu (1585-1642) es increíble, padre del concepto de Estado centralizado o del espionaje moderno, atrajo la atención en vida, y la sigue atrayendo siglos después de su muerte. Teniendo en cuenta la cantidad de obstáculos a los que se enfrentó, llegar a las cotas de poder que llegó y en una época con clases sociales tan marcadas, es de no creerse, pero, sin embargo, así fue. De todas formas, para mí, siempre será el Richelieu que dibujó la pluma de Dumas, el personaje al que conocí de pequeña, aquel que contrató a Milady para que sedujera al confiado D'Artagnan....
"En pie, delante de la chimenea, estaba un hombre de mediana estatura, de semblante altivo, ojos vivos, frente ancha, rostro enjuto, que aún parecía más largo por la perilla. Aunque aquel hombre no tenía más que treinta y seis o treinta y siete años, sus cabellos, el bigote y la perilla eran ya grises. Aquel personaje tenía verdadero aspecto de un hombre de guerra, y sus botas de búfalo, aún ligeramente cubiertas de polvo, indicaban que había cabalgado. Era Armad-Jean du Plessis, cardenal de Richelieu, no como nos lo retratan, cascado como un viejo, padeciendo como un mártir, con el cuerpo destrozado, la voz extinta, enterrado en un gran sillón como en una tumba anticipada, no viviendo más que de la incesante actividad de su pensamiento; sino tal como realmente era en aquella época: es decir, cumplido y galante caballero, débil ya de cuerpo, pero sostenido por cierta fuerza moral que hizo de él uno de los hombres más notables que han existido; preparándose, en fin, después de haber sostenido al duque de Mantua, después de haber tomado Nîmes, Castres y Uzès, a arrojar a los ingleses de la Île de Ré y a poner sitio a La Rochelle." Dumas, Los Tres Mosqueteros, cap. XIV.
"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.