Revista Sociedad
LA PROFUNDIDAD DEL PENSAMIENTO DE LA IZQUIERDA.
En la fracasada huelga general del 29 de Septiembre, además de piquetes violentos, se pudieron ver pancartas de todo tipo. Una de ellas dice: 'Ricos cabrones'. Toda una declaración de principios. Seamos optimistas y supongamos que el joven que sustenta la pancarta conoce el significado profundo de la expresión. Por supuesto, no creo que todas las personas que se declaran de izquierdas estén de acuerdo. No todas.
Para empezar, no es nuevo. La utopía laica de la izquierda defiende la igualdad como uno de sus principios fundamentales. Pero no la igualdad ante la ley. Esta tipo de igualdad sería una igualdad 'de derechas'. ¿Por qué? Porque permite que haya ricos y pobres. Sería una igualdad formal. Despreciable.
La superioridad moral de la izquierda (una filfa, por supuesto) consiste, entre otras cosas, en superar esta terrible dicotomía. La utopía laica de la izquierda nos ofrece un mundo sin ricos ni pobres. Hay ricos porque hay pobrs y hay pobres porque hay ricos. Eliminemos esta inmoral basura y seamos iguales. La versión laica de 'todos somos hermanos'.
El problema se presenta en el cómo. ¿Cómo se consigue que todos seamos iguales? Digamos, de paso, que no solamente hay un problema instrumental, el de saber cómo se consigue el fin perseguido. Está, además, el problema de que universalizar la igualdad real, la igualdad de resultados es ineficiente e inmoral. No quisiera vivir en un monstruoso mundo en el que todos fuéramos iguales, ganáramos lo mismo con independencia de nuestro trabajo y de nuestro esfuerzo, etcétera.
En todo caso, me centraré en la cuestión instrumental. ¿Cómo se hace? Los experimentos del socialismo real han sido, hasta ahora, catastróficos y ensangrentados. ¿Qué ofrecen ahora? Sueños. Ofrecen sueños porque la realidad es demasiado dura. Más que sueños habría que decir engaños.
La izquierda ofrece un perfecto mundo ideal (socialista) , que enfrenta al imperfecto mundo real (capitalista). Y, por supuesto, siempre gana el cuento de hadas. El problema es si las personas mayores quieren creer en cuentos de hadas.
Sebastián Urbina.
Fuente: http://sebastianurbina.blogspot.com/
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