DRAE: “Que por su extravagancia puede mover a risa”. Tener sentido del ridículo es algo positivo porque implica una conducta reflexiva, pensar antes de hablar o actuar y cuidar el modo en que apareces ante los demás.
Vivimos en España un momento en el que son muchos los personajes públicos que se empeñan en hacerlo, en comportarse de un modo estrafalario; dedicados a proclamar su progresía a base de la revolución gramatical que tienen montada, esta sarta de estupideces que nos regalan a diario.
Ya suena absurdo el continuo desdoblamiento masculino-femenino. Una ministra antisistema, no contenta con lo de “portavoza”, se descuelga ahora con las mujeres “racializadas”.
La vicepresidenta exige a la RAE una revisión de la Constitución para incorporar el lenguaje inclusivo y recibe un inequívoco correctivo en el que sólo falta que la llamen por su nombre.